El profesor Steven E. Rhoads no empezó como economista y, quizá por ello, es que en 1985 fue capaz de escribir un libro de economía para no economistas que se convirtió en un éxito de ventas. En esta actualización, su ya clásico texto conserva su estilo ameno para presentar ejemplos claros y sugerentes de principios económicos aplicados a cuestiones de la vida real. Rhoads defiende a capa y espada el papel de los economistas en la toma de decisiones políticas, pero su tono no es partidista ni ideológico, salvo en defensa del libre mercado.
Todos los economistas aprecian el poder y la capacidad de los mercados.
La economía incluye muchas escuelas de pensamiento y un abanico de opiniones, pero todos los economistas tienden a estar de acuerdo con el mensaje original del filósofo Adam Smith: los mercados proporcionan señales de precios e incentivos que asignan eficazmente recursos escasos. Un breve estudio de las densas interconexiones en el comercio puede revelar cuánta comunicación, cálculo y toma de decisiones puede lograr automáticamente un mercado que funcione bien.
Esta creencia en los mercados subyace en las reacciones de los economistas ante ciertas controversias. Por ejemplo, cuando la gente se queja de la reducción del tamaño de los asientos de las líneas aéreas, los economistas tienden a creer que, mientras todo sea transparente para el cliente, una gama de tamaños de asiento puede adaptarse a una gama de preferencias, maximizando así la eficiencia. Del mismo modo, mucha gente apoya el control de los alquileres, pero casi todos los economistas saben que los resultados inevitables de restringir los precios de mercado son el racionamiento, las listas de espera e...
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