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Vidas paralelas

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Vidas paralelas

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Was ist drin?

Todos los que tenían rango y nombre en la Antigüedad reunidos en 48 biografías.


Clásico de la literatura

  • Historia
  • Antigüedad

De qué se trata

El más grande biógrafo de todos los tiempos

Entre los historiadores no se toma a Plutarco muy en serio. Las imprecisiones son demasiado sorprendentes y la selección de lo que debe informar sobre las grandes personalidades griegas y romanas de la Antigüedad es en extremo subjetiva. Con frecuencia se pasa por alto esta evaluación: Plutarco no tenía la pretensión de competir con los historiadores. A pesar de todo consideraba críticamente la posibilidad de una ciencia histórica objetiva: los contemporáneos están cegados por sus prejuicios y las generaciones posteriores ya no están en condiciones de ver todos los detalles. Su propósito era otro: él quería, como un pintor de retratos, esbozar retratos de vida que animaran a sus lectores a emular a los grandes hombres y medirse en relación con ellos. Con mucho tacto Plutarco pone de relieve la grandeza humana de los representados mediante pequeñas anécdotas y grandes hazañas. También menciona sus errores, pero luego los disculpa como defectos demasiado humanos, y advierte del peligro de perder de vista sus ideales por la ambición de gloria y poder. Si bien es posible que las biografías carezcan de precisión histórica, siguen siendo una obra literaria impresionante que todavía está a la altura de su pretensión pedagógica.

Ideas fundamentales

  • La obra Vidas paralelas de grandes griegos y romanos, escrita por Plutarco, es considerada una obra maestra del género.
  • Contenido: En 48 biografías, Plutarco presenta a las grandes mentes griegas y romanas de la Antigüedad; entre otros, Teseo, Alejandro, Cicerón, César y Pericles.
  • Las biografías se establecen como retratos dobles, con cuatro excepciones. En cada caso un gran griego se compara con un gran romano.
  • Con esta estructura Plutarco seguía el objetivo de acercar a griegos y romanos.
  • Los relatos deben servir al lector de modelo moral y guiarlo a una vida virtuosa.
  • Para Plutarco una imagen viva de cada personaje es más importante que los hechos históricos en sí mismos.
  • Las biografías no se conservaron en su totalidad. Además, no existen en original, sino solo como copias.
  • La obra tuvo una gran influencia en numerosos eruditos europeos, desde Maquiavelo, pasando por Shakespeare, hasta Goethe y Nietzsche.
  • Plutarco radicó toda su vida en su ciudad natal, pero viajó mucho dentro de Grecia, así como a Egipto, Asia Menor e Italia.
  • Cita: “Porque no escribo historia, sino que esbozo biografías y… a menudo, un suceso insignificante… arroja una luz más significativa sobre un personaje que las batallas con miles de muertos…”

Resumen

Los fundadores de los estados: Teseo y Rómulo

Ya en sus años jóvenes, Teseo estaba decidido a realizar grandes hazañas como su modelo Heracles. No creció en Atenas, sino que llegó a la ciudad ya como hombre joven para vivir con su padre, el rey Egeo. En combate mató a innumerables villanos y, finalmente, se dispuso a matar al Minotauro. Cuando regresó exitoso, sucedió a su padre. Su gran objetivo era unir a las tribus y estados griegos en una sola democracia. Después de lograrlo demostró ser un excelente general, entre otras, en la guerra contra las amazonas. Sin embargo, su debilidad fueron siempre las mujeres: a la orgullosa edad de 50 años, raptó a la muy joven Helena. Durante la ausencia de Teseo, sus enemigos incitaron al pueblo en contra suya, así que pronto ya no fue bienvenido en Atenas. Se retiró con sus hijos a la isla de Skyros, donde después de un tiempo, cayó desde una roca hacia su muerte. Más tarde, los atenienses se volvieron a acordar de su héroe y celebraban muchos festivales en su honor.

“Después de la muerte de Egeo, concibió Teseo una empresa grande y admirable: reunió a los habitantes del Ática y los convirtió en una burguesía a una comunidad de personas que hasta entonces habían estado esparcidas y a las que era difícil convocar para discutir el bien común…”

Existen muchas leyendas sobre los orígenes de Roma y sobre Rómulo, el fundador de la ciudad. La más probable cuenta de dos niños que tenían que ser asesinados por orden de su tío abuelo Amulio. Un sirviente abandonó a los niños en tierra virgen. Una loba los alimentó hasta que fueron recogidos por padres adoptivos. Los hermanos Rómulo y Remo crecieron hasta convertirse en jóvenes valientes. Juntos derrotaron al tirano Amulio. Después de esta victoria los hermanos dejaron su tierra natal y fundaron una nueva ciudad donde acogieron a prófugos y personas en busca de ayuda. Poco después Remo murió en combate, posiblemente asesinado por Rómulo. Este último puso en orden a la comunidad, fundó el Senado y dividió a los habitantes de la ciudad en patricios y clientes, que tenían derechos y obligaciones mutuas. Puesto que la ciudad carecía de mujeres, desarrolló el plan de raptar a las hijas de los sabinos. El plan tuvo éxito y dado que las mujeres recibieron un buen trato por sus nuevos esposos romanos, aceptaron su situación. Con el tiempo, cada vez se unieron más pueblos a Roma: Rómulo anexó a los extranjeros a su ciudad, envió colonos a los nuevos territorios y acogió incluso a nuevos ciudadanos. Sin embargo, más tarde se convirtió en tirano. Después de 38 años de reinado, desapareció sin dejar rastro. Antes había derrocado al Senado, quizá Rómulo fue asesinado por esta razón.

Los generales sensatos: Pericles y Fabio Máximo

Pericles provenía de una familia adinerada, fue un estadista griego y muy culto. Pronto trabó amistad con el filósofo Anaxágoras, quien lo acompaño casi toda su vida como asesor. Se considera que Pericles fue un orador excepcional. Tenía al pueblo de su lado debido a su generosidad: con los ingresos que acumuló mediante una política prudente, mandó construir magníficos edificios, así que todos tenían trabajo y podían beneficiarse de la riqueza de Atenas. Sus oponentes políticos despejaron el camino y reunieron en sus manos una plenitud de poder nunca antes conocida. Gracias a su precaución respecto a las guerras y su inteligente administración, Atenas disfrutó de un verdadero florecimiento. Terminó la guerra con los tracios, firmó la paz con Esparta y derrotó a los samios con pocas pérdidas. Sin embargo, cuando el ánimo del pueblo se volvió contra él y se presentaron demandas en contra de sus confidentes y se vio obligado a avivar la Guerra del Peloponeso para desviarse de los problemas internos. Después de su muerte –falleció a causa de la peste– muchos deseaban que regresara porque, a pesar de todo su poder, fue amable, considerado y bondadoso hasta el final.

“Después, de entre toda la gente del Estado… a los cien más eficientes los hizo consejeros y los llamó patricios y a su corporación lo llamó Senado””.

Fabio Máximo provenía de la familia romana de los Fabio, que remontaba sus orígenes a Heracles. Era valiente pero prudente y, desde el principio, aconsejó no luchar contra el general invasor cartaginés Aníbal en Italia. Como dictador, es decir, comandante en jefe autocrático, recurrió en cambio a una táctica de desgaste contra el astuto enemigo. Pero esto no tuvo una buena acogida entre el pueblo y los soldados. Cuando, finalmente, el ánimo disminuyó después de una decisión equivocada, el pueblo exigió que otra persona asumiera el mando del ejército. Pero esto rápidamente demostró ser un error y Fabio recuperó su puesto. Finalmente, el general Escipión trazó un plan, en contra del consejo de Fabio, para atacar a Aníbal, pero no en suelo italiano, sino directamente en Cartago. Escipión ganó, pero Fabio ya no lo vivió, porque murió un poco antes.

Los servidores públicos: Agesilao y Pompeyo

Como hermano menor del rey Agis, no estaba previsto que el espartano Agesilao fuera rey. Tenía una pierna coja, pero eso nunca lo detuvo, sino que lo hizo más ambicioso. Como resultado de una intriga, Agesilao se convirtió en rey después de la muerte de su hermano. Durante su reinado se mostró justo frente a sus enemigos, pero abogaba por sus amigos contra la legislación vigente. En la guerra contra los persas fue el primero, desde Agamenón, en ser nombrado comandante de toda Grecia. Fue considerado incorruptible, abstemio y modesto. Convertía a los opositores políticos en sus amigos y así aseguraba su posición de poder. Al oponerse abiertamente a Tebas, impidió una paz interna griega y, finalmente, provocó la pérdida de la supremacía de Esparta. Después de varias derrotas, los tebanos atacaron Esparta en su propio territorio. Agesilao pudo mantener la ciudad con valor, dureza y prudencia. En las negociaciones de paz que siguieron, se mostró terco y exigió que se excluyera a los mesenios del tratado, pues reclamaba la tierra de estos. Con más de 80 años, volvió a ser general como mercenario en Egipto. Después de ganar una batalla, murió a los 84 años en el camino de regreso a Esparta.

“Tal fuerza es inherente a los actos de los hombres nobles, porque aquellos que se dedican a examinarlos, están llenos de celo y del deseo urgente de tomarlos como modelo””.

Pompeyo era amable y simpático y llevaba un estilo de vida sencillo. Acompañó muy pronto a su padre, el general Estrabón, en el combate y se convirtió en el líder después de su muerte. Por su propia cuenta, reclutó tropas y apoyó con ellas en la guerra civil al romano Sila, quien ganó y se impuso como dictador. Pompeyo fue enviado a Sicilia y después de restablecer el orden allí, se trasladó al norte de África, donde puso a toda la región bajo el liderazgo romano. A causa de su éxito, lo apodaron Magno, el Grande. Además, se realizó una procesión en su honor, aunque no era ni cónsul ni pretor, lo que hubiera sido un requisito previo. Después de la muerte de Sila, Pompeyo sofocó varios disturbios y pacificó Hispania. Se convirtió en cónsul y liberó las aguas de piratas peligrosos. Inmediatamente después recurrió a Asia Menor para provocar el giro decisivo en la guerra de Roma contra Mitrídates. Pompeyo persiguió a su enemigo, pero nunca pudo vencerlo en una batalla abierta. Finalmente, Mitrídates se suicidó. Pompeyo obtuvo su tercer triunfo y licenció al ejército. Cuando poco después murió Craso, su viejo enemigo, se desató el caos en Roma. Para restaurar el orden nombraron dictador a Pompeyo. El recién ascendido César no quiso aceptar esto, sino que prefirió luchar por el poder. Pompeyo se fue de Roma para reunir a sus tropas afuera. César resultó vencedor de la gigantesca batalla que siguió. Pompeyo se retiró a Egipto para reunir a sus fuerzas, pero ahí lo asesinaron. Más tarde, César condenó este acto y mandó ejecutar a los homicidas.

Los grandes oradores: Demóstenes y Cicerón

Cuando Demóstenes todavía era un niño, su padre murió; el patrimonio fue transferido a los tutores, que lo manejaron con gran negligencia. Para recuperar su herencia el joven Demóstenes se capacitó en el arte de la retórica y en un proceso logró recuperar al menos una parte de su fortuna. Se esforzó para perfeccionar su efecto en el público. Al principio escribía discursos para otros; después, incursionó en política. Exhortó a la guerra contra los macedonios bajo el mando de Filipo y ganó al pueblo griego para la causa. Cuando llegó la batalla, Demóstenes huyó. Pero el pueblo le perdonó su cobardía. Cuando se supo que Demóstenes había aceptado sobornos, fue desterrado de Atenas. Más tarde, pudo regresar del exilio, pero poco después fue condenado nuevamente, esta vez a muerte. Poco antes de que sus perseguidores pudieran arrestarlo, se quitó la vida con veneno.

“Muy difícil y laborioso es para la historia encontrar la verdad, porque para los que vienen después, el tiempo se interpone y ya no pueden reconocer claramente los acontecimientos. Pero si son los contemporáneos los que describen la vida y los actos de un hombre, entonces se corrompe y distorsiona la verdad, o bien por envidia, o bien por lisonja y adulación””.

Muy pronto Cicerón demostró ser un estudiante talentoso y aprendió retórica con maestros respetados. Aunque se volvió famoso por su ambición de gloria y su autoelogio, resultó ser incorruptible y justo en política. Como cónsul, evitó un levantamiento y una posible guerra civil, urdidos ambos por Lucio Catilina. Por ese hecho, recibió el título honorario de “Padre de la Patria”. En su carrera posterior ofendió con su aguda lengua a muchos oponentes, pero también a muchos seguidores. Pronto, su adversario Clodio puso a los tres hombres más poderosos de Roma, Craso, César y Pompeyo, en contra de Cicerón. Tuvo que huir, pero pudo regresar cuando los ánimos se volvieron otra vez contra Clodio. Cicerón se hizo un nombre como gobernador justo y competente y como general prudente. Cuando empezó la guerra civil entre César y Pompeyo, primero intentó mediar, pero más tarde tomó partido por César. No participó en el complot para asesinar a Bruto. Sin embargo, después de la muerte de César, Antonio se puso en contra de Cicerón y este tuvo que huir; luego, fue condenado a muerte. Lo capturaron, lo mataron y le cortaron la cabeza y las manos para exponerlas en Roma.

Los generales inmortales: Alejandro y César

El nacimiento de Alejandro fue el centro de numerosos mitos. Ya desde niño era ambicioso y apasionado, pero generoso y encantador. Aspiraba a la gloria y quería superar a su exitoso padre, Filipo. Aristóteles educó a Alejandro e influyó fuertemente en él, pero más tarde se distanciaron. Tras la muerte de Filipo, Alejandro se hizo cargo de la regencia, cuando apenas tenía 20 años. Después, inició su campaña contra los persas, con pocos recursos financieros, pero con grandes esperanzas y total audacia. Derrotó al rey persa Darío y extendió su campaña a Asia. Gracias a una estrategia inteligente y a circunstancias afortunadas, Alejandro pudo obtener más victorias. Trataba con respeto a sus adversarios inferiores, y comía y bebía con moderación. Le gustaba afirmar frente a sus enemigos que él era hijo de un dios, pero él mismo no lo creía. Alejandro quería conquistar más territorios para consolidar su dominio. En su camino, a menudo lograba que otros soberanos se volvieran sus amigos o súbditos, sin derramar sangre. Solo en el Ganges terminó la conquista, porque el ejército ya no quiso seguir. En el camino de regreso, Alejandro tomó más ciudades y sofocó disturbios. En el camino a Babilonia, enfermó y murió. Sobre su muerte circulan varios rumores; entre otras cosas, se dice que Alejandro fue envenenado por consejo de Aristóteles.

“Pero Fabio Máximo no vivió lo suficiente para ver terminada esa guerra, no oyó de la derrota de Aníbal… En los días en que Aníbal salió de Italia, cayó enfermo y murió””.

Durante la tiranía de Sila, César fue considerado, desde el principio, como un hombre prometedor. Su cercanía con el pueblo y su generosidad le trajeron influencia, pero también envidia. Sus campañas bélicas contra los galos consolidaron definitivamente su gloria. Superó a todos sus predecesores y estimuló a sus soldados a hazañas sin precedentes al recompensarlos generosamente y no evitar él mismo ningún peligro. Utilizó el rico botín para asegurarse el apoyo de los poderosos de Roma. Como primer general romano, César cruzó el Rin, después marchó hacia Britania y, finalmente, venció a las tribus germánicas lideradas por Vercingétorix. Después de la muerte de Craso, la anarquía reinaba en Roma; las pretensiones de poder ya no se llevaban a cabo con argumentos, sino con la fuerza de las armas. Para restablecer el orden, nombraron cónsul único a Pompeyo. César también se postuló para ese cargo y propuso disolver su ejército si Pompeyo hacía lo mismo. El compromiso no se llevó a cabo. En consecuencia, César hundió al país en una guerra civil con su ataque a Ariminum. Pompeyo huyó de Roma y, así, retrasó la decisión. Pero cuando luego llegó la batalla, César obtuvo una victoria sobresaliente. Después del asesinato de Pompeyo en Egipto, César emprendió una campaña allí y se encontró con Cleopatra, a quien le otorgó dignidad real y con quien tuvo un hijo. De regreso en Roma, César fue declarado dictador vitalicio, lo que le confería un poder ilimitado. Esto último no lo podían permitir sus enemigos: los conspiradores mataron a César con 23 puñaladas.

Acerca del texto

Estructura y estilo

Las Vidas paralelas de Plutarco incluye las biografías de un total de 48 hombres griegos y romanos de la historia durante un periodo que abarca aproximadamente mil años. Para los griegos se concentra en la época arcaica que va de 700 a 500 a. de C.; para los romanos, se enfoca en el periodo que va de la guerra civil de los Graco en 133 a. de C. hasta Antonio, alrededor del año 40 a. de C. Plutarco confronta a cada griego con un romano y busca similitudes que finalmente explica en detalle en un análisis comparativo. Son excepciones Arato, Artajerjes, Galba y Otón, cuyos retratos son independientes. Todavía hoy preocupa a la investigación la interesante cuestión del orden en que escribió Plutarco las biografías y si previó después un orden específico para el lector. En la mayoría de las ediciones modernas las biografías están ordenadas cronológicamente según los griegos. La obra está dedicada a Quinto Sosio Seneción, un amigo de Plutarco a quien se dirige directamente en varias biografías. Las biografías –salvo algunas inevitables y largas descripciones de batallas al final– se leen con fluidez. Asimismo, ofrecen al lector una visión integral del mundo antiguo.

Planteamientos de interpretación

  • Los objetivos de Plutarco se deducen de algunas observaciones intercaladas en las biografías. Lo que le interesa es esbozar una imagen vívida del carácter de cada personaje, no enumerar todos los detalles como lo haría un historiador. Por consiguiente, en lugar de la descripción épica de batallas y guerras, a menudo señala anécdotas de la vida cotidiana del retratado o la descripción de su comportamiento frente a amigos y enemigos “para no acumular lastre histórico inútil, sino transmitir material que resulte valioso para reconocer el carácter y la mentalidad del personaje”, dijo Plutarco en la biografía del general y estadista Nicias.
  • Las biografías no tienen que ser elogios, pero tampoco deben ser críticas mordaces de los errores de los grandes hombres. Plutarco compara su cometido con el de un pintor de retratos que compensa las pequeñas imperfecciones en el efecto general.
  • Además, persiguió –influido por la teoría de la virtud platónica– un objetivo educativo: quería centrarse en la humanidad de los personajes históricos y convertir a estos en modelos mediante los cuales los lectores pudieran orientarse moralmente.
  • Las biografías forman parte de un ambicioso proyecto que también pretendió el emperador Trajano (53 a 117 d. de C.): acercar a griegos y romanos, o dicho llanamente, a pensadores y creadores. Incluso 200 años después de que Grecia se convirtiera en una provincia romana, seguían existiendo prejuicios y malentendidos entre ambos pueblos.
  • Mientras que algunas parejas realmente armonizan bien, por ejemplo, Demóstenes y Cicerón o Teseo y Rómulo, en otros casos, como Pericles y Fabio Máximo, Plutarco tiene que recurrir a paralelos construidos para justificar por qué los presenta juntos.

Antecedentes históricos

Roma, la potencia mundial y su provincia, Grecia

En el siglo I d. de C., Roma estaba en el apogeo de su poder. En el año 54, ascendió al trono Nerón, que inicialmente fue considerado como el portador de esperanza, principalmente porque seguía los consejos de su educador Séneca. Más tarde desarrolló rasgos tiránicos y se enemistó con los filósofos, el Senado y el ejército. El Senado lo obligó a suicidarse y provocó así, en el año 69, lo que se llamó el año de los cuatro emperadores, en el que llegaron al poder brevemente los cuatro generales Galba, Otón y Vitelio para luego dar paso a Vespasiano y a la dinastía Flavia. Vespasiano gobernó hasta el año 79, sofocó varias rebeliones, aseguró la frontera frente a los germanos y puso orden en la estructura del ejército y las finanzas. También comisionó la construcción del Coliseo. Sus hijos, Tito y Domiciano, lo sucedieron uno después del otro.

Después siguió la época del gran imperio y la fase de emperadores adoptivos, que eran elegidos en ausencia de sucesores directos. En el año 98 llegó al poder el arribista español Trajano y, después de sus feroces batallas en Dacia y Partia, consiguió, hasta su muerte en el año 117, la mayor expansión del imperio, el cual se extendía entonces desde Escocia hasta el Sahara y desde España hasta el actual Irak. Su sucesor Adriano tuvo que renunciar a una parte del territorio oriental.

En Grecia, que era una provincia romana desde el año 145 a. de C., el primer siglo de la era cristiana trajo un nuevo florecimiento de la cultura, el cual también fue fomentado por la reconstrucción de muchas ciudades emprendida por Nerón y Adriano. Varios emperadores abogaron por un acercamiento entre griegos y romanos. El griego clásico fue considerado el estándar cultural autorizado.

Origen

Plutarco tenía más de 50 años cuando empezó la redacción de las biografías. A partir de entonces se dedicó durante varias décadas a este género. No se explica de manera concluyente en qué orden escribió los textos. La información de los textos individuales no se deja ensamblar para formar una visión de conjunto.

Plutarco era un hombre culto que permitió que su amplia cultura penetrara en su obra. Las referencias a grandes intelectuales como Esquilo, Hesíodo, Aristóteles, Eurípides, Simónides, Aristófanes, Homero, Sófocles y otros muestran cuán diversas eran sus influencias. Para sus biografías consultó registros históricos que a menudo citaban diversas versiones de una historia o narraciones completamente diferentes. En parte, también aborda en las biografías las versiones contradictorias. Narra las dificultades de la investigación y justifica su decisión de favorecer una versión sobre la otra. Al mismo tiempo critica abiertamente a sus predecesores y declara que sus juicios son demasiado duros o influidos por sentimientos personales.

Dentro del género de la biografía Plutarco pudo recurrir a una serie de predecesores. Ya en el siglo V a. de C., Tucídides escribió sus primeras biografías cortas; más tarde, se encuentran en Jenofonte inserciones biográficas más largas. Además, fuera de las obras históricas surgieron cada vez más biografías que se ocupaban no solo de estadistas, sino también de pensadores y filósofos.

Historia de la influencia de la obra

Las biografías de Plutarco no se conservaron en su totalidad. En la redacción sobre Alejandro y César faltan párrafos. Asimismo, está demostrado que algunas otras biografías individuales se perdieron. De las biografías emparejadas, falta el texto sobre Epaminondas y Escipión, que probablemente iban al comienzo de la serie. Los manuscritos más antiguos de las biografías que sobrevivieron datan de alrededor de 900 años después de la muerte de Plutarco. Por consiguiente, no está claro cuánto agregaron, omitieron o cambiaron las generaciones posteriores.

Ya sus contemporáneos consideraban a Plutarco un maestro de la biografía. Esta admiración ha continuado a través de los siglos. Sus obras fueron reproducidas, sus manuscritos inacabados fueron recuperados y publicados, fueron falsificados e imitados, difundidos y transmitidos en todo el mundo de habla griega. En el siglo XV los eruditos griegos llevaron los escritos a Occidente, donde se tradujeron e incluyeron en el canon educativo. No hay casi ningún intelectual europeo –desde Maquiavelo, pasando por Shakespeare, hasta Goethe– que no haya sido condicionado e influido por las biografías de Plutarco.

Incluso el poeta, filósofo y filólogo alemán Friedrich Nietzsche proclamó en Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida: “Satisfaga su alma en Plutarco y atrévase a creer en sí mismo, al creer en sus héroes”.

Sobre el autor

Plutarco nació en el año 45 d. de C. en Queronea, al noreste de Delfos. Su familia era acomodada, muy respetada y le daba mucha importancia a la educación exhaustiva de los hijos, a los cuales enviaron a Atenas. Ahí, Plutarco entró en contacto con la filosofía de Epicuro, pero luego puso su atención en los estoicos, el filósofo Amonio y, finalmente, en la filosofía platónica. Se interesó en la historia y la religión de Egipto, como lo muestra su obra Isis y Osiris, que todavía hoy utiliza la ciencia. Después de su educación en Atenas, se casó con Timoxena y vivió con ella en Queronea. Tuvieron cuatro hijos, dos de los cuales murieron antes de llegar a la edad adulta. Plutarco desempeñó varios puestos públicos en su ciudad natal, donde también fundó una academia y, a partir del año 95 d. de C. fue sacerdote en Delfos. A pesar de que pasó la mayor parte de su vida en su ciudad natal y le gustaba vivir allí, viajó mucho dentro de Grecia y a Egipto, probablemente también a Asia Menor (hoy parte de Turquía) y varias veces a Italia. En Roma dio conferencias muy concurridas, se relacionó con políticos de alto rango y recibió la ciudadanía romana. Durante toda su vida fue un gran pensador y un escritor aplicado y versátil. Una relación especial lo unía con su abuelo Lamprias, quien aparece repetidamente como compañero de conversación en su obra Moralia (traducida como Obras morales y de costumbres). Plutarco realizó escritos literarios históricos y científicos, pero se hizo más famoso por sus obras filosóficas populares que tratan cuestiones pedagógicas, políticas y religiosas. De sus escritos solo se ha conservado aproximadamente la mitad; su trabajo abarcó muchos miles de páginas. Plutarco murió alrededor del 125 d. de C.


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