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Ensayo sobre el entendimiento humano
Libro

Ensayo sobre el entendimiento humano

London, 1690 more...

Clásico de la literatura

  • Filosofía
  • Ilustración

De qué se trata

Conocimiento a través de la experiencia

Nihil est in intellectu quod non prius fuerit in sensibus”, no hay nada en la mente que no haya estado antes en nuestros sentidos. Esta frase ya se encuentra en Aristóteles y en Tomás de Aquino, pero solo John Locke la convirtió en el centro de su pensamiento. En 1690 su Ensayo sobre el entendimiento humano fue revolucionario en varios aspectos, ya que representaba el primer tratado sistemático sobre la cognición humana. ¿Qué puede saber el hombre y cómo obtiene ese conocimiento? ¿El mundo es en realidad como se presenta? ¿Qué normas y métodos podemos aplicar para la adquisición del conocimiento? Según Locke, estas preguntas se convirtieron en el eje de toda la filosofía. Con su obra de casi mil páginas, el autor inglés no solo escribió un nuevo capítulo en la epistemología, sino que también fundó su propia escuela, el empirismo, que, en contraste con el racionalismo de René Descartes, subraya que el conocimiento se alimenta de la percepción sensorial. De acuerdo con los empiristas, la experiencia tiene que escribir los conocimientos en la mente como en una “hoja en blanco”. La cuestión acerca de cuánto influyen los mecanismos de pensamiento heredados o aprendidos en nuestros conocimientos sigue siendo desconcertante para filósofos, sociólogos e investigadores del cerebro.

Resumen

La historia de las ideas innatas

Algunas personas afirman que hay principios, conceptos e ideas que son innatos en todos los seres humanos. La mente los obtiene durante su creación. El argumento para tales ideas innatas es que tienen que existir porque todas las personas las comparten. Como ejemplos se citan frases como “Lo que es, es” y “No es posible que la misma cosa sea y no sea al mismo tiempo”. Pero si estos principios fueran realmente innatos, tendrían que ser entendidos también por niños e idiotas. Pero no es el caso. Las ideas abstractas no son entendidas por los niños, ni tampoco por algunos adultos. Y lo que es válido para las proposiciones especulativas, lo es aun más para los principios prácticos. En particular, las pautas de la moralidad no son reconocidas de la misma manera por todas las personas. Si la tesis de las ideas innatas fuera cierta, la raíz de cualquier teoría moral, la creencia en Dios o en un ser divino tendría que encontrarse en cada ser humano. Pero se han descubierto culturas que no conocen ningún Dios y tampoco tienen un término correspondiente en su idioma. Así que la única conclusión que queda es que no existen ideas ni principios innatos...

Sobre el autor

John Locke nació el 29 de agosto de 1632 en Wrington, Somerset. Gracias a las buenas relaciones de su padre, ingresó en 1647 a la prestigiosa Westminster School y aprendió griego, latín, hebreo, retórica, política y lógica. En 1652 recibió una beca para estudiar en el Christ Church College en Oxford, donde le enseñaron la educación escolástica de la época correspondiente en lógica, metafísica y lenguas clásicas. Si bien es cierto que Locke consideraba estas materias como una pérdida de tiempo, obtuvo, sin embargo, el grado de Bachelor of Arts en 1656 y el de Magister Artium en 1658. Se quedó como tutor en la universidad y solo estudiaba las materias que más le interesaban: ciencias naturales y medicina. Además, en los años siguientes se ocupó intensamente en el derecho natural que, en ese entonces, era la base de toda teoría política. En 1667 Locke se convirtió en el médico personal de lord Anthony Ashley Cooper, futuro conde de Shaftesbury, y así se introdujo en la alta sociedad. Cuando Shaftesbury tuvo que exiliarse en Holanda debido a luchas políticas internas, Locke lo siguió. En Holanda escribió la mayor parte de su Two Treatises of Government (Dos tratados sobre el gobierno civil), publicados en 1690, el mismo año que la obra epistemológica de Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano. A su regreso a Inglaterra en 1688, el rey Guillermo III de Orange le otorgó un puesto en el Ministerio de Comercio. Durante este periodo vivió y trabajó en la casa de campo de unos amigos en Essex, cerca de Londres. Locke murió el 18 de octubre de 1704.


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