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Utilitarismo
Libro

Utilitarismo

London, 1861 more...

Clásico de la literatura

  • Filosofía
  • Literatura victoriana

De qué se trata

El bienestar común como felicidad para el individuo

¿El pensamiento exclusivamente utilitario afecta el bienestar común? ¿Quien solo tiene en mente su propia felicidad es un egoísta? ¿Una moral orientada al placer es depravada? Todo lo contrario, afirma John Stuart Mill en su texto en defensa del utilitarismo. Todas las personas aspiran a ser felices, este es un hecho empíricamente observable. Los utilitaristas concluyeron entonces, a principios del siglo XIX, que lo que produce placer es moralmente bueno y, por el contrario, lo que produce dolor, es malo. Para contrarrestar los argumentos contra esta postura ética, Mill distingue entre el placer físico y el intelectual, al que la asigna un mayor valor. En consecuencia, la verdadera felicidad, la que excede el instante, solo puede lograrla quien se compromete con el bienestar social. El pensamiento de Mill no tiene un sustento académico, sino que es una filosofía muy práctica y en el territorio angloamericano sigue siendo una de las teorías más influyentes y controvertidas.

Resumen

El viejo problema de la filosofía de la moral

Desde hace más de dos mil años, la filosofía se ocupa de los fundamentos morales. Se crearon infinidad de escuelas y partidos, y, sin embargo, desde Platón no ha sido posible avanzar ni un solo paso para responder a la cuestión de la medida para lo bueno y lo malo. No obstante, los pensadores serios de todas las escuelas concuerdan en un punto: la capacidad de establecer un juicio moral no es propia de los sentidos como la vista o el oído, sino parte de la razón. Poseemos principios morales que utilizamos para casos concretos. Hasta ahora no ha sido posible determinar de dónde provienen estos principios ni cuál es la máxima de la que se desprenden. Si bien es cierto que Immanuel Kant estableció el primer principio universal de la obligación moral en estos términos: “Actúa de modo tal que la máxima de tu accionar pueda ser aceptada por todos los seres dotados de razón como una ley universal”, falló en el momento en que intentó desprender de ello obligaciones concretas. De acuerdo con su principio, las personas aceptarían también las reglas más inmorales, solo que nadie quiere aceptar las consecuencias.

El utilitarismo, ¿...

Sobre el autor

John Stuart Mill nació en Londres, el 20 de mayo de 1806, y fue el primero de los nueve hijos de su padre, el teólogo y economista James Mill, quien consideraba que la educación de su hijo era una carrera para crear un genio. Por ser buen amigo del filósofo Jeremy Bentham, su padre le inculcó el espíritu del utilitarismo. Con tan solo tres años, John Stuart Mill tomaba clases de lenguas clásicas, pronto comenzó a leer a los clásicos de la filosofía y, a la edad de 13 años, completó un curso en economía. El famoso economista David Ricardo, también amigo de su padre, solía invitar al muchacho a caminar mientras conversaban sobre política económica. Al cumplir 14 años, Mill viajó a Montpellier, donde estudió química, zoología, matemática, lógica y metafísica. Vivió en casa del hermano de Bentham y por primera vez tuvo la oportunidad de trabar amistad con gente de su misma edad. Al regresar a Inglaterra, Mill obtuvo un puesto bien remunerado en la Compañia Británica de las Indias Orientales, que le permitió seguir sus intereses literarios. A finales de los años 1820, Mill experimentó una grave depresión. Esto lo llevó a repensar de manera drástica sus ideas de la felicidad y del utilitarismo. Se dedicó a consumir literatura contemporánea: Goethe y, desde la sociología, Auguste Comte marcaron sus ideas. Su obra también se vio fuertemente influenciada por la feminista Harriet Taylor, con quien se casó en 1851. Además de sus actividades como empleado y editor de una publicación radical liberal, el London Review, Mill trabajó incansablemente en sus ensayos y escritos. Rápidamente comenzó a publicar sus textos, entre ellos, Principios de la economía política (1848) y el famoso Sobre la libertad (1859). Tras el cierre de la Compañia Británica de las Indias Orientales, en 1858 se trasladó a Francia, pero, pocos años después, regresó a Inglaterra. Como miembro del Senado, defendió el derecho al voto de las mujeres y la anulación de la pena de muerte. Murió en Aviñón, el 9 de mayo de 1873.


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