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Hamlet

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Hamlet

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12 ideas fundamentales
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¿De qué se trata?

El drama más famoso de Shakespeare: el príncipe Hamlet de Dinamarca quiere vengar el asesinato de su padre y por esa causa cae en un profundo dilema interno.


Clásico de la literatura

  • Tragedia
  • Renacimiento

De qué se trata

Una tragedia sobre asesinato, venganza, melancolía y locura

Hamlet es una tragedia de venganza. El espíritu de su padre le pide al joven príncipe de Dinamarca que vengue el asesinato que su propio hermano perpetró contra él. Sin embargo, en la obra de Shakespeare, no destaca la realización de la venganza, sino que el conflicto interno del héroe tiene prioridad. Hamlet se muestra como un indeciso intelectual que permanentemente se cuestiona a sí mismo y a la realidad y, por tanto, es incapaz de actuar. En algunas situaciones procede libremente e incluso sin escrúpulos: Hamlet es un personaje contradictorio y complejo. Es un melancólico que duda de la realidad, cuyo desgarramiento lleva al punto con bromas, elocuencia e ingenio y contrapone a sus adversarios con locura fingida (¿o verdadera?), mascaradas y doble sentido. Todo esto lo convierte en uno de los personajes más fascinantes e interpretados de la literatura mundial. La obra que lleva su nombre es, a pesar de su larga duración, una de las tragedias más importantes e inspiradoras de todos los tiempos.

Ideas fundamentales

  • Hamlet es la más famosa y más discutida de la literatura mundial.
  • El príncipe danés Hamlet quiere vengar a su padre asesinado, pero aplaza el plan una y otra vez.
  • El asesino es el nuevo rey Claudio, quien, después del crimen, se casó con la madre de Hamlet, Gertrudis.
  • Hamlet espera desenmascarar a Claudio al hacer que una compañía de actores escenifique el asesinato de su padre, para provocar así una reacción del autor del delito.
  • Hamlet se siente responsable por la muerte de su amada Ofelia, pues él apuñaló al padre de Ofelia, Polonio.
  • La obra termina en una catástrofe, ya que, en el último acto, todos los personajes principales pierden la vida.
  • Hamlet es la encarnación de las personas que se cuestionan cada acto.
  • Su contradicción e imposibilidad de interpretación lo convierten en una figura literaria moderna, cuya fascinación no ha disminuido hasta la fecha.
  • La cuestión del significado de la vida frente a la muerte hace que Hamlet declame el famoso verso de “Ser o no ser, esa es la cuestión”.
  • La obra se creó alrededor de 1600, cuando Inglaterra, bajo el mandato de la reina Isabel I, experimentaba un auge político y en Londres existía un apogeo teatral.
  • La obra, extraordinariamente larga, ya era muy popular en vida de Shakespeare.
  • Existen tan pocos documentos de la época sobre Shakespeare, que se cuestiona si parte de sus obras pueden haber provenido de otra pluma.

Resumen

Aparece un espíritu

El espíritu del anciano Hamlet, el difunto rey de Dinamarca, se les aparece por la noche a los guardias del castillo de Elsinor. Los soldados tiemblan de miedo, porque temen que el fantasma anuncie la desgracia en la guerra contra Noruega y su príncipe Fortimbrás. Aunque le exigen al espíritu que hable e incluso lo amenazan con una lanza, la aparición desaparece, sin decir palabra, con los cantos matutinos de un gallo. Los guardias deciden hablarle ese mismo día al joven Hamlet, hijo del difunto, sobre la aparición nocturna.

“¡Oh! ¡Si esta carne demasiado profana / pudiera ablandarse, fundirse, deshacerse en rocío, / o el Eterno no hubiera promulgado / su ley contra el suicidio! ¡Oh, Dios! ¡Dios! / ¡Cuán aburridos, banales, sosos, vanos y superfluos / me parecen todos los aspavientos de este mundo”!

Hamlet asiste a una reunión de la corte, durante la cual el nuevo rey Claudio agradece a los presentes su fidelidad y se muestra preocupado por la guerra contra Noruega. El príncipe Hamlet está triste y asqueado del mundo. Por un lado, aún no ha superado la muerte de su padre y, por el otro, está horrorizado por el descaro de su madre Gertrudis, que apenas un mes después de la muerte del rey, se casó con Claudio, hermano y sucesor del difunto rey.

“Algo está podrido en el estado de Dinamarca””.

Hamlet acompaña a los soldados a su guardia nocturna. El fantasma de su padre lo llama a un lado y debe escuchar, para su consternación, que el anciano rey no murió, como todos creen, de una mordedura de serpiente, sino que fue envenenado por su propio hermano, Claudio. Y como se había ido sin la extremaunción, ahora debe expiar por ello. Le pide a su hijo que se vengue de Claudio; Gertrudis, por el contrario, debe ser salvada. Hamlet hace jurar a los guardias que no le contarán a nadie sobre la aparición.

¿Es locura?

Después, se apresura a ir con Ofelia, su amada; sin decir nada y con una mirada desesperada, la toma por la muñeca y luego se retira. Antes de eso, Ofelia está con su padre Polonio, el consejero estatal supremo de Dinamarca, quien imposibilita cualquier relación, al prohibir cualquier trato con Hamlet por el solo hecho de ser el legítimo sucesor del difunto rey.

“Hay más cosas entre la tierra y el cielo, Horacio, / de las que puede soñar tu sabiduría escolar””.

También Laertes, el hermano de Ofelia, ha prevenido enfáticamente a su hermana acerca de Hamlet. Cuando Polonio se entera del extraño comportamiento del joven frente a su hija, llega a la conclusión de que Hamlet debe de haberse vuelto loco por el supuesto amor no correspondido de su hija. Polonio decide informar al respecto a la pareja real.

“Polonio: Será locura, pero tiene método. – ¿Queréis salir, príncipe, a donde no os dé el aire? –Hamlet: ¿A mi tumba? – Polonio: Ciertamente, allí no da el aire””.

Mientras Polonio habla con el rey Claudio y la reina Gertrudis, Hamlet aparece inesperadamente, ensimismado en la lectura de un libro. Claudio y Gertrudis se retiran, mientras Polonio intenta descifrar la supuesta locura de Hamlet, cuyas absurdas respuestas confunden al consejero estatal por su doble sentido y el significado oculto que parecen contener. También frente a sus antiguos compañeros de clase, Rosencrantz y Guildenstern, Hamlet se muestra como un espíritu débil: se da cuenta inmediatamente de que ambos fueron enviados por el rey para observarlo e informar sobre su comportamiento.

Una representación en la representación

Cuando llega a Elsinor una compañía teatral, Hamlet toma una decisión: quiere escenificar el asesinato de su padre ante los ojos de su sucesor, para ver si, por su reacción, confirma la aseveración de la aparición nocturna. Después de haber elaborado este plan, se acusa a sí mismo de ser un cobarde indeciso al que ni siquiera el asesinato de su padre lo impulsa a actuar con decisión. Al mismo tiempo, lo asalta el pensamiento de que la aparición quizá sea una trampa puesta por el diablo. En cambio, frente a los actores, se muestra lleno de ingenio y energía. Se presenta ante ellos desenfrenado, asume en rápida sucesión el papel de actor y el de autor, declama y gesticula. Luego, Hamlet les pregunta a los actores si están dispuestos a declamar durante la representación unos versos elaborados por él. Ellos dicen que sí, y el rey y la reina anuncian que quieren asistir a la representación. El plan del príncipe parece funcionar.

“Yo solo estoy loco con el nornoroeste. Si el viento viene del sur, distingo un águila ratonera de un palo de escoba””.

Previamente, Polonio y el rey observan al aparentemente loco Hamlet en un encuentro con Ofelia, organizado por ella. Se ocultan, Hamlet aparece y dice un monólogo que empieza con las palabras: “Ser o no ser, esa es la cuestión”. Hamlet especula sobre el sentido de la vida, se pregunta si el suicidio no será la respuesta adecuada a los agobios de la existencia humana. Cuando ve a Ofelia, la insulta. La acusa de seducir a los hombres, como todas las mujeres, con brujerías y depravación, y la conmina groseramente a entrar en un convento.

La ratonera

Poco después, en presencia de la pareja real, Polonio y Ofelia, se representa la obra de teatro. Ahora, el principe colma a su amada repentinamente con amabilidades irónicas. Cuando el rey pregunta por el título de la obra, Hamlet responde: “La ratonera”. Los actores, instruidos por Hamlet, escenifican el asesinato del viejo rey a manos de Claudio, así como su precipitado enlace matrimonial con la reina Gertrudis. La reacción es abrumadora: el rey se levanta y abandona precipitadamente el salón, seguido por Ofelia, Polonio y otros dignatarios. Claudio ordena a los dos cortesanos Rosencrantz y Guildenstern que se lleven a Hamlet a Inglaterra tan rápidamente como sea posible. Aunque lo abruman los remordimientos y el arrepentimiento, no quiere renunciar al poder y la riqueza. Cuando el rey cae de rodillas rezando, Hamlet se acerca a él por detrás y saca su espada, dispuesto, por fin, a vengar el asesinato de su padre. Pero la actitud devota del rey lo hace titubear y posponer el hecho para después; teme que, de lo contrario, el alma del rey pueda ir al cielo, mientras que él quiere asegurarse de que arda en el infierno.

La muerte de Polonio

Bajo la impresión por la obra de teatro, la reina Gertrudis le pide a su hijo una reunión urgente. Polonio se oculta detrás de una cortina para escuchar la conversación. Hamlet contesta a los reproches de la reina con tal impertinencia que ella interrumpe la conversación de inmediato, e incluso se siente amenazada.

“Ser o no ser, esa es la cuestión: / si es más noble para el alma soportar / las flechas y pedradas del atroz destino / o sacar la espada contra un mar de plagas / y darles fin en el encuentro: morir… dormir””.

Polonio quiere acudir en su ayuda y se mueve detrás de la cortina, a lo cual, Hamlet, creyendo que se trata del rey, lo apuñala sin vacilar al grito de “¡Una rata!” Acto seguido, maldice al rey y acosa a su madre con recriminaciones tan graves que la lealtad de ella hacia Claudio empieza a vacilar. Ella no revela si sabe, y cuánto, del crimen, si estuvo involucrada en el asesinato o si solo se casó con el nuevo rey por falta de carácter. Le cuenta a su esposo el delito de Hamlet, pero hace hincapié en que él actuó en estado de enajenación mental.

“Quiero decir, no estaría mal estar entre las piernas de una dama””.

El rey está sumamente preocupado porque teme que lo culpen del asesinato del consejero estatal supremo. Cuando, por orden de Claudio, Rosencrantz y Guildenstern le piden con insistencia a Hamlet que revele dónde ocultó el cadáver, reciben burla y escarnio. Todo esto refuerza el plan de Claudio para sacar a su sobrino lo más rápidamente posible del país y mandarlo matar, ya que Hamlet es tan querido por el pueblo que sería arriesgado asesinarlo en Dinamarca.

“Fuera, espada, y elige un momento más horrible: / cuando esté borracho, dormido o fuera de sí, / o en su lecho de placer incestuoso, / blasfemando en el juego o en un acto / que no tenga promesa de salvación, / mátalo entonces, que lance patadas al cielo, / sí, y que su alma esté tan maldita / y negra como el infierno al que va””.

El príncipe accede a embarcarse rumbo a Inglaterra. Antes de su partida, observa cómo Fortimbrás, el príncipe de Noruega, avanza en su campaña contra Polonia. Hamlet ve en el decidido joven noruego la imagen opuesta positiva de sí mismo y se propone superar sus eternas vacilaciones y, finalmente, actuar. En la travesía hacia Inglaterra, el barco de Hamlet es atacado por piratas. Mediante un rescate, queda libre y regresa inesperadamente a Dinamarca.

Un plan alevoso

Después de la muerte de su padre Polonio, su hija Ofelia –que canta y lleva flores en las manos– cae víctima de la locura, mientras que su hijo Laertes, totalmente enfurecido, con una tropa incondicional, trama una revolución contra el rey, a quien considera, al principio, como el autor del delito. Sin embargo, el rey convence fácilmente a Laertes de que Hamlet asesinó a su padre. Juntos idean un plan para asesinar al príncipe.

“Oh, vergüenza, / vergüenza, ¿dónde está tu rubor”?

Laertes debe retar a Hamlet a un duelo deportivo, pero no lucharán como de costumbre con una espada sin punta, sino con una espada afilada y envenenada, para así matarlo, aparentemente, por error. En caso de que esto fracase, después de la lucha, el rey le daría a Hamlet una copa de vino con veneno para refrescarse. Mientras Claudio y Laertes todavía discuten su artimaña, se enteran por la reina de que Ofelia cayó en el río cuando recogía flores para una corona y se ahogó. Laertes estalla en llanto.

La futilidad de la vida

El sepulturero cree, sin embargo, que la muchacha se dejó caer en el río con intención de suicidarse y que, solo porque es noble, recibe una sepultura cristiana en el cementerio. Cantando, el sepulturero cava la tumba de Ofelia y saca de la fosa una calavera. Esto lo observan Hamlet y su confidente, Horacio, pero ninguno de los dos sabe de quién es la tumba. Cada vez que sacan una calavera, el príncipe se hace conjeturas irrespetuosas de a quién le pudo haber pertenecido en vida: a un pícaro, a un cortesano, a un picapleitos o a un especulador de tierras.

“Rosencrantz: No entiendo, príncipe mío. – Hamlet: Me alegro. Una mala palabra no entra en oídos tontos””.

Hamlet involucra al sepulturero en la conversación y se entera de que una de las calaveras es la de Yorick, el antiguo bufón del rey. El príncipe, que conoció personalmente al difunto, toma la calavera y filosofa sobre lo efímero de la vida humana y la futilidad de la grandeza y el poder frente a la muerte.

“Oh, me muero, Horacio. / El potente veneno triunfa sobre mis sentidos. / No viviré para oír las noticias de Inglaterra; / sin embargo, profetizo que la elección recaerá / en Fortimbrás. Le doy mi voto agonizante. / Así que díselo, junto con todos los sucesos, más o menos, / que ocurrieron… el resto es silencio””.

De pronto, Hamlet y Horacio descubren un cortejo fúnebre encabezado por Laertes. Por los lamentos de la reina, Hamlet se entera de que la muerta es Ofelia. Cuando el cura se niega a darle su bendición a la difunta, Laertes lanza maldiciones contra el príncipe y salta a la tumba de Ofelia, y Hamlet se lanza tras él. Sobreviene una pelea y hay que separar a los dos contendientes.

Más tarde, Hamlet le confiesa a su amigo Horacio lo que ocurrió durante la travesía a Inglaterra interrumpida por los piratas: entró furtivamente a la cabina de Rosencrantz y Guildenstern, leyó y comprobó las órdenes del rey para que fuera asesinado a su arribo a Inglaterra. Reemplazó la orden con un sello falsificado, según la cual los ingleses tenían que ultimar, sin pérdida de tiempo, a los portadores. Con ello, denunció a Rosencrantz y Guildenstern, a quienes les reprocha su vergonzosa adulación servil.

La gran muerte

Laertes reta a Hamlet a duelo. Durante el combate, del cual el rey y la reina son espectadores, Gertrudis bebe sin querer de la copa del vino envenenado. En el alboroto de la pelea, ambos adversarios cambian por error las espadas, así que los dos resultan heridos por el arma envenenada y, por tanto, quedan condenados a una muerte segura. La reina cae al suelo, sin vida; Laertes, agonizante, le confiesa a Hamlet la artimaña, por lo que este último también apuñala al rey. La venganza está consumada.

Horacio quiere seguir a su amigo en la muerte y beber también el vino envenenado, pero Hamlet se lo impide: él debe sobrevivir para narrar a la posteridad los acontecimientos ocurridos en la corte de Dinamarca. En ese momento, júbilo y salvas anuncian la llegada del noruego Fortimbrás, que regresa a su hogar después de una victoriosa batalla contra Polonia. El moribundo Hamlet desea que Fortimbrás sea nombrado como el nuevo rey. Este, de todos modos, hará valer sus antiguos derechos al trono danés y será el nuevo gobernante. Hamlet recibe un funeral honroso.

Acerca del texto

Estructura y estilo

El drama Hamlet de William Shakespeare consta de cinco actos y está organizado según el modelo de la tragedia clásica con una secuencia de exposición (introducción), establecimiento y aumento del conflicto, peripecia (punto de inflexión) y catástrofe. Con sus 20 escenas y alrededor de 4.000 líneas, aproximadamente 40% de las cuales las dice el protagonista, esta es la obra más larga de Shakespeare. En el primer acto, se describen los antecedentes: el asesinato del padre de Hamlet. En los actos siguientes, se agudizan tanto el conflicto entre Hamlet y sus adversarios, como el conflicto interno del protagonista. Debido a las intrigas del rey y Laertes, así como por la muerte de Ofelia, es inevitable el final de la catástrofe, en el que sobreviene la muerte de las cuatro figuras principales. Aunque el inglés de Shakespeare está bastante alejado del inglés estándar de la actualidad, en su época, fue considerado sumamente moderno e innovador. El lenguaje de Shakespeare –sobre todo en Hamlet– se caracteriza por la riqueza de las imágenes, el uso frecuente de juegos de palabras y la tergiversación de su sentido, la libertad en el manejo de las reglas gramaticales y los cambios rápidos de un nivel estilístico a otro. En un espacio confinado, a menudo se apiñan patetismo, melancolía, sarcasmo, alusiones de doble sentido y burlas ingeniosas. En muchos versos de Hamlet se hace uso del lenguaje coloquial. La métrica de Shakespeare es el verso blanco, que consta de cinco pies y, por lo general, no está rimado. Sin embargo, al mismo tiempo también hay escenas escritas en prosa.

Planteamientos de interpretación

  • Hamlet es considerado, esencialmente, como una persona indecisa y descontenta que constantemente se cuestiona a sí misma y, por tanto, es incapaz de actuar de manera rápida y categórica. Esto lo convierte en una de las figuras originales de la literatura moderna. El personaje de Hamlet es a la vez totalmente contradictorio y, en última instancia, incomprensible. En ciertos momentos, el gran indeciso parece ser sumamente activo. Además, se culpa a sí mismo, por ejemplo, en relación con el suicidio de Ofelia. La ambigüedad le confiere al personaje su indestructible fascinación.
  • La locura de Hamlet, de la que no queda claro cuánta es fingida y cuánta es real, indica que un enfrentamiento razonable y planeado con la realidad es imposible o, al menos, es engañoso.
  • Hamlet es un ser melancólico, lo que no se debe confundir con un depresivo en el sentido moderno. Al inicio de la edad moderna, la naturaleza melancólica era considerada como escéptica, pero también como ingeniosa, divertida, sagaz y autocrítica. Alrededor de 1600, la melancolía era una moda entre los aristócratas e intelectuales.
  • Hamlet es, sin duda, una tragedia de venganza, como había muchas en la época de Shakespeare. En este drama, sin embargo, no se pone en primer plano la rectificación moral o la expiación del delito, sino el dilema interno en el que cae el protagonista por la petición de la venganza.
  • Otro tema central es la cuestión del significado de la vida frente a la muerte inevitable, condensada en el verso inicial del gran monólogo de Hamlet: “Ser o no ser…”.
  • Un motivo importante y muy moderno es el del teatro en el teatro: la verdad sobre el asesinato del rey no sale a la luz mediante el razonamiento y el análisis, sino a través de la escenificación, la mascarada y el distanciamiento teatral. Se difumina la frontera entre apariencia y existencia, entre realidad e ilusión.

Antecedentes históricos

El teatro isabelino

Bajo el mandato de la reina Isabel I, cuyo reinado duró de 1559 a 1603, Inglaterra vivió un impresionante auge político y económico. El país se emancipó de la Iglesia católica, lo que dio origen a un clima político interno de tolerancia intelectual y religiosa. Además, reemplazó a España como la nación naviera más poderosa y se convirtió en una gran potencia europea. El creciente bienestar material de la burguesía también contribuyó a la conciencia de la propia valía.

El Londres de William Shakespeare era una ciudad moderna, viva e intelectualmente curiosa, de aproximadamente 200.000 habitantes: las condiciones ideales para una cultura teatral pública y vital.

El ascenso político y militar de Inglaterra despertó el interés en la propia historia, por lo que el teatro isabelino se caracterizó por obras históricas y tragedias de venganza, géneros en los que Shakespeare profundizó y a los cuales llevó a la perfección artística.

Isabel I no fue únicamente una política sagaz, sino también una promotora del arte y el teatro. Bajo su reinado, los lugares de representación se convirtieron en lugares de convivencia para amplios sectores de la población, por lo que hubo un verdadero apogeo del teatro, acompañado de una fructífera competencia artística entre compañías teatrales profesionales. No obstante, los dramas fueron considerados como literatura de consumo con fines de escenificación, así que solo una pequeña parte de la producción total se puso por escrito. Alrededor de dos tercios de las obras de teatro del auge teatral durante el reinado de Isabel I se consideran perdidas.

Origen

La tragedia Hamlet de Shakespeare está intensamente influida por el género del drama de venganza. Este se remite al filósofo, estadista y poeta romano Séneca (Las troyanas, Medea, Edipo, y demás) y fue desarrollado aún más por los dramaturgos ingleses para el escenario nacional de la época isabelina. Vale la pena mencionar aquí, sobre todo, La tragedia española de Thomas Kyd que influyó directamente en Hamlet.

La obra de Shakespeare se creó entre 1600 y 1603. Entre las probables fuentes del tema se encuentra una saga nórdica de la Historia Danica de Saxo Gramaticus (o Sajón Gramático), así como Histoires Tragiques de François Belleforest. La saga nórdica narra la rivalidad entre dos hombres en la corte real danesa; Belleforest escribió una versión francesa al respecto. Hamlet tuvo numerosas reediciones en poco tiempo, de las cuales la de 1604 se considera la primera fidedigna. La obra forma parte de un cuarteto sobresaliente de tragedias de Shakespeare, al que pertenecen El rey Lear, Otelo y Macbeth, todas producidas entre 1600 y 1606.

Historia de la influencia de la obra

Hamlet es una de las obras de teatro más poderosas de la literatura mundial y su protagonista, en su contradicción finalmente imposible de interpretar, es una fuente inagotable de inspiración e interpretación. Ya en la época de Shakespeare la obra era sumamente popular, aunque cada vez se representaba una versión más corta. La primera representación sin cortes, de cinco a seis horas de duración, tuvo lugar en el año 1899 en Stratford-upon-Avon, el lugar de nacimiento de Shakespeare. Según la situación política y la corriente filosófica prevaleciente, numerosos autores e intelectuales en distintas épocas han elaborado su propia imagen de Hamlet. En esto, Hamlet fue muy similar a Fausto.

La obra ha inspirado igualmente algunas composiciones musicales, alrededor de 20 ballets y una media docena de óperas. Asimismo, se han filmado numerosas películas al respecto. En Londres, en 1997, se inauguró una réplica del Globe Theatre de Shakespeare, donde se representan las principales obras del poeta.

Sobre el autor

William Shakespeare puede ser designado, sin exageración, como el poeta más ilustre e importante de la literatura mundial. Escribió en total 38 obras de teatro y 154 sonetos. Shakespeare fue bautizado el 26 de abril de 1564 en Stratford-upon-Avon; se desconoce su fecha exacta de nacimiento. Era hijo del vendedor de guantes y alcalde, John Shakespeare. Su madre, Mary Arden, provenía de una familia acomodada de la nobleza provincial católica romana. En 1582 se casó con Anne Hathaway, la hija del propietario de una finca, con la que procreó tres hijos: Susanna y los mellizos Hamnet y Judith. En 1590, Shakespeare se mudó a Londres, donde en poco tiempo se hizo un nombre como actor y dramaturgo. Desde 1594, fue miembro de la compañía teatral Lord Chamberlain’s Men, posteriormente King’s Men. A partir de 1597, fue socio del Globe Theatre, cuya forma redonda se inspiró en el anfiteatro griego. También fue socio del Blackfriars Theatre, a partir de 1608. En 1597, adquirió una propiedad en Stratford y supuestamente se retiró de la vida del teatro a partir de 1613. Murió el 23 de abril de 1616.Hay muy pocos documentos sobre la vida de Shakespeare, por lo que su biografía solo puede exponerse de manera fragmentaria. Repetidamente se han hecho conjeturas acerca de que su obra, o parte de ella, procede, en realidad, de otras plumas. Como posibles autores se han mencionado, por ejemplo, al filósofo y estadista Francis Bacon, al dramaturgo Christopher Marlowe o incluso a la reina Isabel I. Sin embargo, nadie ha sido capaz de aportar una prueba contundente para tales hipótesis. Los investigadores actuales dan por sentado, en su mayoría, que Shakespeare es el único y auténtico autor de su obra literaria.


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