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La riqueza de las naciones
Libro

La riqueza de las naciones

London, 1776 más...

Clásico de la literatura

  • Economía
  • Moderno

De qué se trata

Nadie que se dedique seriamente a la economía puede prescindir de esta obra opulenta. En más de 800 páginas La riqueza de las naciones se presenta al lector como un hito clásico, pragmático y fácilmente leíble de la historia económica. La obra y su autor Adam Smith circulan por todos los libros de texto sobre economía. Sin embargo, las tesis de Smith –que hoy día se citan a menudo de manera fragmentaria o incluso incorrecta– despliegan toda su fuerza innovadora social y económica solo en contexto. En una época en la que los estados nacionales absolutistas se estaban apoderando de las reservas mundiales de metales preciosos y trataban de aumentar su propia riqueza con una política de exportación dirigista, Smith desarrolló una idea completamente nueva sobre la riqueza de un país: la fuente de la riqueza de un país no es el oro, sino el trabajo realizado por sus habitantes. Impulsada por el interés personal de los individuos, la actividad económica del mercado debe equilibrarse como si estuviera guiada por una “mano invisible”. El Estado únicamente debe proporcionar determinados bienes públicos y un marco regulatorio. Aun cuando la imagen de Smith de una armonía económica y social se ha resquebrajado un poco con el tiempo, en los últimos 250 años sus ideas han inspirado a economistas reconocidos como David Ricardo, Vilfrido Pareto, Friedrich August von Hayek y Milton Friedman.

Resumen

El progreso a través de la división del trabajo

La división del trabajo ha mejorado considerablemente la productividad. En lugar de que un trabajador individual produzca un producto él solo, la producción también se puede dividir en pasos individuales y distribuirse entre varios trabajadores. Por ejemplo, un trabajador no calificado tal vez pueda producir unos pocos alfileres al día. Esta actividad incluye 18 pasos de trabajo distintos. Pero si 18 trabajadores realizan solo uno de estos pasos a la vez, ¡pueden terminar con miles de alfileres al final del día! De hecho, la división del trabajo es uno de los mayores logros de una sociedad progresista. Se formó porque las personas son propensas por naturaleza a intercambiar bienes. Cada individuo tiene diferentes talentos y, con ayuda de la economía de trueque, la gente podría especializarse en determinadas actividades: el panadero hornea pan, el sastre proporciona ropa, el carnicero, carne, y demás.

El mercado y la invención del dinero

Para que el trueque funcione se necesita un mercado donde los proveedores y los compradores se reúnan. El tamaño del mercado tiene una influencia directa en la escala...

Sobre el autor

Adam Smith, que era hijo de un abogado, fue bautizado el 5 de junio de 1723 en Kirkcaldy, Escocia; se desconoce la fecha de su nacimiento. En la Universidad de Glasgow se inscribió, entre otras, en la asignatura de Filosofía Moral, en la que le daba clases Francis Hutcheson. Las enseñanzas de Hutcheson combinaban las ideas de los filósofos John Locke y David Hume y tuvieron una gran influencia en la propia filosofía de Smith. Después de sus estudios en Oxford y Glasgow y de un periodo de docencia, Smith fue nombrado profesor de Lógica en 1751 y, un año más tarde, profesor de Filosofía Moral. Durante ese tiempo mantuvo un estrecho contacto con David Hume (también escocés), cuyas ideas éticas y filosóficas tuvieron una influencia perdurable en Smith. La primera publicación importante de Smith fue La teoría de los sentimientos morales (1759), en la que estableció por escrito sus enseñanzas éticas en la universidad. En 1763, Smith salió de Glasgow para emprender un viaje de estudios de tres años por Francia y Suiza como tutor de un joven duque. De sus encuentros con los fisiócratas franceses Turgot y Quesnay, Smith obtuvo la idea de su principal obra económica An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones o, simplemente, La riqueza de las naciones), que terminó y publicó en 1776. En 1778, fue nombrado inspector de aduanas en Edimburgo, donde falleció el 17 de julio de 1790. Poco antes de su muerte, pidió a sus amigos que destruyeran todos sus escritos inacabados.


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