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Ensayo sobre el entendimiento humano

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Ensayo sobre el entendimiento humano

15 mins. de lectura
10 ideas fundamentales
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¿De qué se trata?

El entendimiento no puede reconocer nada que no haya pasado antes por los sentidos, afirma Locke en su manifiesto sobre el empirismo.


Clásico de la literatura

  • Filosofía
  • Ilustración

De qué se trata

Conocimiento a través de la experiencia

Nihil est in intellectu quod non prius fuerit in sensibus”, no hay nada en la mente que no haya estado antes en nuestros sentidos. Esta frase ya se encuentra en Aristóteles y en Tomás de Aquino, pero solo John Locke la convirtió en el centro de su pensamiento. En 1690 su Ensayo sobre el entendimiento humano fue revolucionario en varios aspectos, ya que representaba el primer tratado sistemático sobre la cognición humana. ¿Qué puede saber el hombre y cómo obtiene ese conocimiento? ¿El mundo es en realidad como se presenta? ¿Qué normas y métodos podemos aplicar para la adquisición del conocimiento? Según Locke, estas preguntas se convirtieron en el eje de toda la filosofía. Con su obra de casi mil páginas, el autor inglés no solo escribió un nuevo capítulo en la epistemología, sino que también fundó su propia escuela, el empirismo, que, en contraste con el racionalismo de René Descartes, subraya que el conocimiento se alimenta de la percepción sensorial. De acuerdo con los empiristas, la experiencia tiene que escribir los conocimientos en la mente como en una “hoja en blanco”. La cuestión acerca de cuánto influyen los mecanismos de pensamiento heredados o aprendidos en nuestros conocimientos sigue siendo desconcertante para filósofos, sociólogos e investigadores del cerebro.

Ideas fundamentales

  • El Ensayo sobre el entendimiento humano es la principal obra filosófica de John Locke.
  • Contenido: Al contrario de lo que afirman los racionalistas, no hay ideas innatas. Más bien, obtenemos nuestro conocimiento sobre el mundo a través de las experiencias sensoriales. Las ideas complejas o los conceptos abstractos no existen en la realidad, sino que solo son quimeras humanas.
  • El Ensayo de Locke está dirigido contra el racionalismo filosófico de Descartes.
  • Con esta obra Locke sentó las bases del empirismo epistemológico.
  • Para los empiristas la mente, en el momento del nacimiento, se asemeja a una hoja en blanco (tabula rasa) que poco a poco va siendo escrita por la experiencia.
  • Al lenguaje Locke le concede un papel decisivo en la obtención del conocimiento, y lo hizo mucho tiempo antes del giro lingüístico en las ciencias.
  • Intencionalmente, Locke no escribió el libro para eruditos, sino que apeló al “sentido común” de la gente culta promedio.
  • La obra produjo una serie completa de escritos basados en ella, de los que destaca el del filósofo inglés David Hume.
  • La teoría de la tabula rasa de Locke ha sido criticada repetidamente como paradójica: si, originalmente, no hay nada en la mente, entonces al menos la propia mente está allí y, con ella, los principios innatos del pensamiento.
  • Cita: “Nuestra observación… le proporciona a nuestra mente todos los materiales del pensamiento a nuestro entendimiento.”

Resumen

La historia de las ideas innatas

Algunas personas afirman que hay principios, conceptos e ideas que son innatos en todos los seres humanos. La mente los obtiene durante su creación. El argumento para tales ideas innatas es que tienen que existir porque todas las personas las comparten. Como ejemplos se citan frases como “Lo que es, es” y “No es posible que la misma cosa sea y no sea al mismo tiempo”. Pero si estos principios fueran realmente innatos, tendrían que ser entendidos también por niños e idiotas. Pero no es el caso. Las ideas abstractas no son entendidas por los niños, ni tampoco por algunos adultos. Y lo que es válido para las proposiciones especulativas, lo es aun más para los principios prácticos. En particular, las pautas de la moralidad no son reconocidas de la misma manera por todas las personas. Si la tesis de las ideas innatas fuera cierta, la raíz de cualquier teoría moral, la creencia en Dios o en un ser divino tendría que encontrarse en cada ser humano. Pero se han descubierto culturas que no conocen ningún Dios y tampoco tienen un término correspondiente en su idioma. Así que la única conclusión que queda es que no existen ideas ni principios innatos.

La percepción como el origen de las ideas

Cada persona tiene ideas a las que recurre mientras piensa, por ejemplo, “dureza”, “dulzura, “persona” y “embriaguez”. ¿Cómo se llega a tener tales ideas? Si la mente humana es, originalmente, una hoja en blanco en el que las ideas se manifiestan como caracteres impresos, entonces estas ideas llegan a esta hoja a través de la observación y la experiencia. El hombre puede tener experiencias de dos maneras. Por un lado, a través de la percepción sensorial. Puede obtener conocimiento de un objeto a través de la naturaleza, el color, el olor, el gusto y la apariencia de ese objeto. Por otro lado, puede obtener la experiencia mediante reflexiones de la mente. Cuando reflexiona en las percepciones, desarrolla nuevas ideas que no se experimentan en el mundo exterior. Aspectos como “creer”, “reconocer” y “querer” forman parte de tales ideas. Las ideas pueden ser simples o complejas. Las ideas complejas representan la combinación de varias ideas simples. Pero en la mente pueden volver a separarse. Todas las ideas que la mente recibió alguna vez se quedan indeleblemente almacenadas. El hombre puede recordarlas y conectarlas con otras ideas.

Diferentes ideas simples

Las ideas simples no se pueden describir, tienen que ser vividas y experimentadas. Un hombre que no conoce el sabor de una piña, por mucho que lea sobre ello, solo sabrá a qué sabe la piña hasta que la haya probado. Hay ideas simples que solo obtenemos a través de las percepciones de los sentidos individuales, por ejemplo, el sonido de un trombón o el color azul. Pero también hay ideas simples a las que llegamos a través de diferentes percepciones sensoriales. Por ejemplo, tomamos conciencia de la forma y el tamaño de un objeto mediante el uso combinado de nuestros ojos y nuestro sentido del tacto. Por el contrario, las ideas como “recordar”, “distinguir” o “cerrar” se obtienen mediante la reflexión. Finalmente, hay ideas que se basan tanto en la percepción sensorial como en la reflexión. Por ejemplo, entre ellas se encuentran la idea de la existencia y la idea de la unidad, cuya reflexión puede llevar a una conclusión respaldada por la sensación física de las mismas.

“De ninguna proposición puede decirse que está en la mente sin que esta la conozca y sea consciente de ella””.

¿Cómo podemos estar seguros de que nuestra idea del mundo es correcta? Las ideas son solo modos de pensamiento en nuestra mente. No necesariamente tienen que ser congruentes con las cualidades de los objetos del mundo. Es como lo que ocurre con los nombres y lo que significan: la palabra “rojo” no tiene nada que ver con lo que sensorialmente percibimos como rojo.

“Si pudiera suponerse innata alguna idea, sería, entre todas y por muchas razones, la idea de Dios…”

Básicamente, atribuimos a los objetos dos tipos distintos de cualidades: primarias y secundarias. Las cualidades primarias están indisolublemente unidas a un objeto, se trata de propiedades como la fuerza, la forma o la flexibilidad. En cambio, las cualidades secundarias son fuerzas que dan lugar a determinadas ideas en el observador, por ejemplo, los colores o los sonidos. No tienen que ser verdaderas cualidades de los objetos, sino que dependen de nuestra sensación.

Las ideas complejas

Las ideas simples no pueden ser creadas por la mente, en cambio, las ideas complejas sí. Para ello, ocurren tres operaciones mentales diferentes. La combinación de ideas simples en ideas complejas, la comparación de dos ideas para llegar a la idea de una relación o la separación de una idea de todas las demás para llegar a la idea de la abstracción. Se pueden distinguir tres clases de ideas complejas:

  1. Los modos no existen por sí mismos y tampoco representan objetos reales. Un modo es una mera creación de la mente y no supone que exista un representante correspondiente en el mundo. Por ejemplo, la idea de “agradecimiento” no es un objeto real, sino un rasgo que le asignamos a una persona. También la idea de “triángulo” es solo una construcción mental. Si bien es cierto que hay figuras triangulares, los triángulos como tales no existen. Los modos son especialmente importantes para el estudio de la naturaleza. Por consiguiente, las ideas de espacio incluyen los modos “distancia”, “infinito”, “forma” y “lugar”. Asimismo, “duración”, “tiempo”, “número” y “movimiento” son modos. Los modos mixtos combinan varias ideas en una sola. “Belleza”, por ejemplo, combina formas, colores y, en caso necesario, sonidos agradables. Casi todo lo que se relaciona con temas teológicos, filosóficos, legales y políticos se presenta en modos mixtos.
  2. Las sustancias representan objetos reales. O, mejor dicho, son ideas que nuestra mente relaciona con objetos reales porque observamos que estas ideas siempre acompañan a esos objetos. Son como los nombres, que designan algo pero que, en realidad, no pueden representar la esencia del objeto. La idea de “plomo” representa al objeto plomo e incluye las ideas de “color gris”, “punto de fusión” y “solidez”. Por lo general, las substancias se designan en el idioma mediante sustantivos.
  3. Las relaciones existen entre por lo menos dos ideas. “Más grande” sería un ejemplo de una relación entre dos objetos. También “causa” y “efecto” entran en esta categoría: una fuerza determinada (por ejemplo, calor) tiene un efecto determinado (por ejemplo, en la cera). Si esto se puede observar repetidamente estamos ante una relación.
“Supongamos entonces que la mente sea, como se dice, una hoja en blanco, limpia de toda inscripción, sin ninguna idea; ¿cómo llega a tenerlas”?

Las ideas no siempre son claras. Solo en el caso óptimo resultan claras, es decir, cuando nuestra percepción funciona a la perfección. En caso contrario, resultan oscuras. Esto se puede comparar con el efecto que tienen los colores bajo la luz del sol brillante o bajo la luz crepuscular. Las ideas pueden ser claras, pero también confusas. El caso último es, entonces, por ejemplo, cuando el nombre que les damos no es claro o incluso engañoso. Así, las dos ideas de “animal” y “moteado” caracterizan al leopardo solo de una manera insuficiente. También se podría pensar en un lince.

El significado de las palabras

Las palabras se utilizan como intermediarias del conocimiento. Representan ideas. Los nombres propios son palabras para objetos individuales, por ejemplo, personas o puntos geográficos a los que se les pueden asignar unívocamente. Las expresiones como “persona” o “animal” son términos generales. Estos surgen cuando se prescinde de las descripciones individuales y se va cada vez más a lo general.

“Nuestra observación… le proporciona a nuestra mente todo el material del pensamiento””.

Aunque todas las cosas existentes son únicas, hay expresiones mucho más generales que los nombres propios. Esto también es razonable. No tendríamos la capacidad mental para recordar todos los nombres si cada cosa tuviera su propio nombre. Las cosas universales, los llamados conceptos generales, son siempre construcciones de la mente; no hay ninguna cosa concreta que se describa con precisión.

“Todo aquello que la mente percibe en sí misma o lo que es el objeto inmediato de la percepción, del pensamiento o del entendimiento, es lo que llamo idea…”

¿Cuándo un objeto único cae dentro de un término general? En este contexto se habla de esencias. Por ejemplo, solo se puede llamar “humano” a quien es humano por su esencia, es decir, al que tiene características del concepto general de “ser humano” y cuya representación general corresponde a lo que constituye un “ser humano”. “Esencia”, sin embargo, es un término encubierto y poco claro. Se podría decir de manera simplificada que alguien es humano si coincide con nuestra idea de ser humano.

“Entonces, una idea es clara si la mente puede distinguirla de todas las demás que percibe””.

Las palabras pueden ser imperfectas. En este caso, el mensaje del oyente difiere de lo que el hablante quiso decir. Existen varias razones por las que las palabras, sobre todo si expresan modos mixtos, no transmiten el contenido correcto.

  1. La idea detrás de una palabra es demasiado compleja para que pueda ser entendida solo mediante esta última.
  2. La palabra carece de un modelo en la naturaleza al que pueda remitirse su significado, o este modelo es desconocido.
  3. No hay congruencia entre el significado de la palabra y el objeto designado.
“Las personas suponen que las palabras son también señales de las ideas en las mentes de otras personas con las que se comunican””.

Tales casos ocurren cuando el hablante no comprende del todo el significado de las palabras o utiliza las palabras de manera inconstante, las emplea en el contexto equivocado, las considera no como ideas, sino como cosas en sí mismas, las usa para algo que no se puede nombrar o cuando habitualmente asocia las palabras con determinado significado que en realidad no existe. Esto provoca la falta de comprensión en los otros.

Alcance y estructura del conocimiento

El conocimiento se refiere siempre a las ideas. El conocimiento se relaciona con el acuerdo o desacuerdo de las ideas. Se pueden distinguir cuatro formas de conocimiento:

  1. Identidad-diversidad – Constatamos, por ejemplo, que “rojo” no es “amarillo”.
  2. Relación – Se relacionan dos ideas entre sí. Así tenemos, por ejemplo, triángulos diferentes con la misma base y altura y la misma área.
  3. Coexistencia-no coexistencia – Se puede ver que determinadas ideas siempre ocurren juntas, por ejemplo, la idea de “oro” y la idea de “resistente al fuego”.
  4. Conformidad de la existencia real con una idea – De ahí surge, por ejemplo, la frase “Dios es”.
“Me parece que el conocimiento no es sino la percepción del acuerdo y la conexión o del desacuerdo y el rechazo entre cualesquiera de nuestras ideas””.

El conocimiento puede ser actual o habitual. Es actual cuando se puede reconocer una de las cuatro formas en el momento presente. En cambio, habitual quiere decir que el conocimiento ya se obtuvo antes y ahora solo necesita recuperarse, por ejemplo, cuando hace algunos años ya se probó una afirmación y se encontró que era correcta y ahora vuelve a ser relevante. El conocimiento también puede ser intuitivo, demostrativo o sensible. El conocimiento intuitivo nos llega de manera totalmente espontánea. Sabemos intuitivamente que tres es mayor que dos o que negro no es blanco. Llegamos al conocimiento demostrativo a través de varios pasos de prueba. La afirmación “La suma de los ángulos de un triángulo es igual a la suma de dos ángulos rectos” solo puede probarse a través de pasos intermedios, a saber, el cálculo de los ángulos. Finalmente, está el conocimiento sensible. Se trata de las ideas que tenemos en nuestra mente sin que necesariamente sean desencadenadas por un objeto fuera de nuestra mente.

“La mente puede poseer la verdad por diferentes caminos, cada uno de los cuales se llama conocimiento””.

Puesto que nuestro conocimiento siempre está vinculado a las ideas, es limitado. Así que a veces sencillamente confiamos en las opiniones. Si no podemos probar algo, entonces operamos con probabilidades, porque, de lo contrario, no llegaríamos a ningún lado. Si, por ejemplo, quisiéramos probar cada vez que necesitamos comida, nos moriríamos de hambre. ¿Qué pasa con nuestro conocimiento sobre la existencia de Dios? Aunque no tenemos una idea innata de Dios, podemos probar su existencia con ayuda de nuestra mente. Intuitivamente podemos darnos cuenta de que todos los seres no pueden haber sido creados de la nada. Esto inevitablemente resulta en la existencia de un ser que es más poderoso y más grande que todo los demás y que tiene que haber existido ya desde la eternidad antes que cualquier otra cosa: Dios.

Acerca del texto

Estructura y estilo

John Locke presentó su epistemología en cuatro libros individuales (que están divididos en dos volúmenes en varias ediciones actuales). Después de llevar a cabo su tesis básica de que no hay ideas innatas (libro I), analiza la forma en que las ideas fluyen hacia la conciencia (libro II). Después se dedica al lenguaje humano y su función en la transmisión del conocimiento (libro III), para finalmente explicar el concepto de la idea compleja y mostrar los límites del conocimiento (libro IV). Casi en cada oración se nota que, deliberadamente, Locke no escribe para los eruditos, sino para el lector medianamente culto e interesado. Una y otra vez apela al “sentido común” del lector, una novedad en la literatura filosófica de su tiempo. Pero, a pesar de su ligereza estilística, también se nota que el autor sufrió durante 18 años: algunos pasajes son muy prolijos, pero las repeticiones frecuentes, así como las formulaciones imprecisas, que empañan la imagen. La legibilidad general se mantiene. No hay problemas para entender a Locke, incluso después de más de 300 años.

Planteamientos de interpretación

  • En su crítica a la teoría de las ideas innatas, Locke formula un pensamiento francamente ilustrado: sospecha que aquellos que hablan de ideas innatas, quieren, sobre todo, excluir el cuestionamiento crítico de las ideas. Aboga por verificar cada ideología en sí misma. Esto suena como una anticipación de la famosa exigencia de ilustración de Kant: “¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”
  • La teoría de la tabula rasa de Locke (“No hay nada en la mente que no haya estado previamente en los sentidos”) fue criticada una y otra vez como paradójica: si, originalmente, no hay nada en la mente, entonces al menos la mente misma está allí. Y absolutamente puede haber en ella, si no ideas innatas, al menos principios de pensamiento. En este sentido la epistemología evolutiva argumenta que una gran parte de las experiencias y los conocimientos se crea, por tanto, en el patrimonio genético.
  • La distinción de Locke entre las cualidades primarias y secundarias tuvo gran influencia en la filosofía. Como portador del efecto de las cualidades secundarias, Locke menciona pequeñas partículas elementales y, así, se muestra convencido de los modelos atómicos que eran usuales en su época. Es interesante que esta creencia esté en contradicción con la filosofía de la inmanencia que normalmente defiende: si la mente solo puede ocuparse de sí misma y sus ideas, entonces no se puede hacer declaraciones sobre las propiedades primarias de las cosas.
  • Puesto que Locke deduce su prueba de Dios únicamente de las condiciones intelectuales, es considerado como un representante del deísmo. Los deístas creían en Dios por motivos de la razón, pero daban por sentado que, después del acto de la creación, ya no interfería en el curso del mundo.
  • Locke resulta moderno en su énfasis en el lenguaje. Siglos antes del giro lingüístico de la ciencia moderna, descubrió que el lenguaje determina nuestro pensamiento. Tiene una gran influencia sobre si y qué podemos reconocer.

Antecedentes históricos

La Revolución Gloriosa en Inglaterra

El siglo XVII en Inglaterra se caracterizó por una lucha continua entre el rey y el Parlamento; entre 1642 y 1649 hubo incluso una guerra civil. En 1689 Jacobo II ascendió al trono. En vista de que siguió una política en pro del catolicismo y también tomó como modelo el absolutismo francés, los conflictos eran previsibles. Sistemáticamente aprovechó las rivalidades entre los partidos de los tories y los whigs en el Parlamento. Enfureció a la iglesia anglicana al favorecer constantemente a la minoría católica del país. Como el rey no tenía un hijo y la sucesión al trono debía pasar al protestante Guillermo III de Orange, que estaba casado con María, la hija de Jacobo, se esperaba que la aparición del catolicismo llegara pronto a su fin. Entonces, en 1687, se supo que la esposa de Jacobo estaba embarazada. De pronto, una dinastía católica parecía posible. El resentimiento de la iglesia oficial se intensificó cuando Jacobo mandó encerrar en la Torre a siete obispos que se habían opuesto a él. En julio de 1688, un mes después del nacimiento del príncipe heredero, los opositores de Jacobo le pidieron ayuda a Guillermo. Debía evitar la sucesión católica por la fuerza. En noviembre del mismo año Guillermo desembarcó con un ejército en la costa inglesa y obligó a Jacobo a huir. Posteriormente, este derrocamiento sin derramamiento de sangre recibió el nombre de la Revolución Gloriosa. El Parlamento le ofreció a Guillermo la corona de Inglaterra con una condición: tenía que firmar la Declaración de Derechos, un documento que reforzaba los derechos parlamentarios. Guillermo aceptó y fue coronado en 1689. La transición de Inglaterra del absolutismo a la monarquía parlamentaria había tenido éxito.

Origen

John Locke le debía mucho a René Descartes, lo que no le impidió analizar críticamente su filosofía racionalista. La opinión de que no podía haber ideas inscritas en la mente humana fue formulada por primera vez por Locke en 1663. Ocho años más tarde lord Ashley Cooper, a cuyo servicio se encontraba en ese momento, lo animó a continuar con sus teorías y experimentos científicos. Locke fundó un círculo de conversación en el que no solo se discutían los principios de la moralidad, sino también la capacidad cognitiva del hombre. Un artículo de discusión que elaboró en 1671 se convirtió en el centro de lo que más tarde sería el Ensayo sobre el entendimiento humano. En el otoño de ese mismo año desarrolló otra versión del texto. Después, la política diaria lo acaparó y dejó el trabajo hasta que viajó a Francia en 1675 por razones de salud. Las entradas en su diario documentan que, en ese momento, estaba intensamente ocupado con Descartes y las doctrinas materialistas del filósofo francés Pierre Gassendi. Los pensamientos de Locke giraban en torno a la filosofía del derecho natural y a la prueba racionalista de Dios. Al igual que lo hizo antes lord Ashley, en 1683 huyó a Holanda para escapar de las represalias que hubiera sufrido en su propio país como seguidor de los whigs. Ahí terminó el Ensayo sobre el entendimiento humano que –gracias a la Revolución Gloriosa– pudo publicar en 1690 en Londres.

Historia de la influencia de la obra

El Ensayo de Locke fue un libro sobresaliente en varios sentidos. Se vendió bien y orgullosamente vio seis ediciones entre 1690 y 1714. Locke fue uno de los primeros en escribir un tratado sistemático sobre el conocimiento humano. Con ello, le dio a la filosofía una línea de acción totalmente nueva. El libro inspiró a empiristas, racionalistas e idealistas por igual y cosechó tanto admiración como crítica. Casi todos los grandes filósofos después de Locke se refieren en alguna parte a alguna afirmación expresada en el Ensayo. David Hume continuó donde Locke se había quedado, refinó sus términos, pero comentó críticamente algunos de los enfoques de Locke, como la distinción entre un mundo real y uno espiritual. Gottfried Wilhelm Leibniz escribió, apoyándose en Locke, Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano. La Crítica de la razón pura de Immanuel Kant y la Doctrina de la ciencia de Johann Gottlieb Fichte también se refieren a la obra de Locke.

Las ideas de Locke se abrieron paso incluso en la literatura de ficción. Su teoría de que los nuevos contenidos de la conciencia se pueden se pueden formar a partir de experiencias y asociaciones inspiró a Laurence Sterne a llevar a cabo una novela experimental en el siglo XVIII: en Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, reduce sistemáticamente al absurdo el principio de asociación, al descuidar la historia real frente a las digresiones.

Sobre el autor

John Locke nació el 29 de agosto de 1632 en Wrington, Somerset. Gracias a las buenas relaciones de su padre, ingresó en 1647 a la prestigiosa Westminster School y aprendió griego, latín, hebreo, retórica, política y lógica. En 1652 recibió una beca para estudiar en el Christ Church College en Oxford, donde le enseñaron la educación escolástica de la época correspondiente en lógica, metafísica y lenguas clásicas. Si bien es cierto que Locke consideraba estas materias como una pérdida de tiempo, obtuvo, sin embargo, el grado de Bachelor of Arts en 1656 y el de Magister Artium en 1658. Se quedó como tutor en la universidad y solo estudiaba las materias que más le interesaban: ciencias naturales y medicina. Además, en los años siguientes se ocupó intensamente en el derecho natural que, en ese entonces, era la base de toda teoría política. En 1667 Locke se convirtió en el médico personal de lord Anthony Ashley Cooper, futuro conde de Shaftesbury, y así se introdujo en la alta sociedad. Cuando Shaftesbury tuvo que exiliarse en Holanda debido a luchas políticas internas, Locke lo siguió. En Holanda escribió la mayor parte de su Two Treatises of Government (Dos tratados sobre el gobierno civil), publicados en 1690, el mismo año que la obra epistemológica de Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano. A su regreso a Inglaterra en 1688, el rey Guillermo III de Orange le otorgó un puesto en el Ministerio de Comercio. Durante este periodo vivió y trabajó en la casa de campo de unos amigos en Essex, cerca de Londres. Locke murió el 18 de octubre de 1704.


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