Herodoto
Historias
¿De qué se trata?
Con sus Historias, Heródoto fundó la historiografía occidental.
- Historia
- Antigua Grecia
De qué se trata
El inicio de la historiografía
Con sus Historias, Heródoto marcó los inicios de la historiografía. Su famosa obra trata de la guerra entre griegos y persas en el siglo V a. de C. El conflicto tiene una larga historia con raíces míticas. Desemboca en dos guerras (490 y 478 a. de C.) y termina con una derrota de los persas. A lo largo de cinco volúmenes, Heródoto narra el ascenso del imperio persa para convertirse en la máxima potencia del mundo en ese momento: las tribus griegas de Asia Menor están sometidas, junto con lidios, babilonios, egipcios y muchos otros pueblos. Nadie parece poder detener a Darío, el rey persa, cuando quiere someter a su poder la zona continental de Grecia. Las cosas cambian solo cuando tiene lugar la famosa batalla de Maratón, contada por Heródoto en el sexto volumen: los persas son derrotados por primera vez por los atenienses, pero Darío y su sucesor, Jerjes, no se rinden. El mundo occidental y el oriental se enfrentan en más batallas hasta que los aliados griegos se imponen definitivamente. Con esta histórica batalla termina el extenso relato de Heródoto. Quienes estén interesados en la historia antigua –pero no solo en las batallas y campañas, sino también en las costumbres de los pueblos– podrán informarse con esta obra, de primera mano.
Ideas fundamentales
- Según Cicerón, Heródoto es el “padre de la historiografía”.
- Las Historias se encuentran entre las obras más importantes de la prosa griega.
- Con la guerra entre griegos y persas, se describe por primera vez de manera narrativa un evento histórico importante.
- Según Heródoto, era inevitable la guerra entre los griegos, como representantes del mundo occidental, y los persas, como representantes de Oriente.
- Elogia el anhelo de libertad de los atenienses, que nunca quisieron dejarse someter.
- Heródoto describe las diversas costumbres de los pueblos de la Antigüedad e intenta proporcionar una genealogía exacta de los gobernantes.
- En opinión de Heródoto, el destino y el azar determinan el curso de la historia, pero también subraya la libertad de decisión de los seres humanos.
- Su planteamiento es revolucionario: refuta el principio del pensamiento mítico de que todo conocimiento proviene de los dioses y apela al propio discernimiento.
- Heródoto realizó varios viajes dentro y fuera de Grecia y les abrió a los griegos un mundo del que hasta entonces solo tenían una vaga idea.
- Para verificar sus relatos, utilizó muchas fuentes, como inscripciones e ilustraciones, pero también informes orales.
- Heródoto marcó tanto los inicios de la etnología como los de la cartografía.
- Las Historias siguen siendo una de las principales fuentes para los historiadores y los investigadores de la Antigüedad.
Resumen
Griegos y bárbaros
El objetivo de la obra es explicar cómo estaban juntos los griegos y los bárbaros (es decir, los no griegos), qué hechos llevaron a cabo y, sobre todo, por qué estalló la guerra entre ellos. Todo empezó con el rapto de mujeres en tiempos prehistóricos míticos: las hijas de varios reyes fueron secuestradas. Los fenicios raptaron a Io, la hija de Ínaco de Argos, y se la llevaron a Egipto. Los griegos se desquitaron llevándose a Europa, que era la hija del rey de Tiro en Fenicia (Mediterráneo oriental, hoy Líbano, Israel y Siria), a Creta. Después del secuestro de Helena, tuvo lugar la primera guerra: los griegos marcharon rumbo a Asia y destruyeron el reino de Príamo.
La historia de Creso
Uno de los primeros reyes bárbaros que sometió a parte de los griegos y los convirtió en sus tributarios fue Creso de Sardes en Lidia (este del Mediterráneo, hoy Turquía). Con él comenzaron las hostilidades entre griegos y lidios, ya que antes, los griegos eran libres. En la zona de Asia Menor (actualmente parte de la región asiática de Turquía), Creso sometió a los jonios, eolios y dorios; y trabó amistad con Lacedemonia. Muchas historias giran alrededor de Creso. Un día, se le acercó el sabio griego Solón. Creso le preguntó quién era el hombre más feliz de todos. Solón mencionó muchos ejemplos, pero el rey no estaba entre ellos, lo que lo hizo enojar mucho. Pero Solón solo dijo que no se podía saber quién había sido feliz sino hasta después de su muerte. Más tarde se vio que tenía razón: el rey de los lidios perdió la guerra contra los persas y estuvo cautivo hasta su muerte.
El ascenso de los persas
El mayor adversario de Creso, rey de Lidia, fue Ciro, quien se convirtió en rey de los persas de una manera poco usual. Ciro era hijo de Mandane, la hija del rey de los medas, y un persa de bajo rango. Los persas eran, en ese entonces, vasallos del pueblo meda. Astiages, el rey de los medas, quiso matar a Ciro cuando nació, porque temía que este se sublevara en su contra. Ciro sobrevivió por accidente. Cuando creció, logró convencer a los persas de derrocar a los medas. Ciro se convirtió en rey, liberó a los persas y extendió el imperio persa mediante conquistas. También sometió a los lidios gobernados por el rey Creso. Ciro derrotó a los asirios y conquistó Babilonia, la ciudad más importante del mundo en ese entonces. De esta manera, los persas obtuvieron el dominio de toda el Asia Menor. Más tarde, Ciro fue asesinado en la batalla contra los masagetas. Sus descendientes sometieron poco a poco a muchos pueblos, incluidas las tribus griegas de los eolios y los jonios.
“Heródoto de Halicarnaso publicó sus investigaciones para que las obras humanas no fueran olvidadas por la posteridad y para que se recordaran los grandes y maravillosos hechos de los griegos y los bárbaros, pero, sobre todo, porque es necesario saber por qué estalló la guerra entre ellos””.
Los griegos y los persas eran muy diferentes. Los persas no tenían dioses con forma humana, sino que veneraban como divinos al sol, la luna y los elementos. Lo que decidían en estado de embriaguez, lo volvían a discutir cuando estaban sobrios otra vez, y viceversa. Los persas educaban a sus hijos en equitación, tiro con arco y la veracidad.
Las costumbres de los egipcios
Durante mucho tiempo, a los egipcios se les consideró como el pueblo más antiguo de todos. Egipto se componía en gran parte de terrenos de aluvión creados por los desbordamientos del Nilo. Los egipcios –a diferencia de los persas– nunca adoptaban las costumbres de otros pueblos. Además, sus costumbres solían ser opuestas a las de otros pueblos. Por ejemplo, las mujeres ejercían el comercio y los hombres se quedaban en casa. El culto al sacrificio también difería mucho de las costumbres de otros pueblos, así como el sepelio de los muertos, que eran embalsamados. Los egipcios inventaron la división del calendario en 12 meses. Si se revisa la historia milenaria de sus gobernantes, se ve que hubo muchos reyes crueles. Menes es considerado el primer rey egipcio. El rey Keops, que mandó construir una pirámide gigante, fue un explotador. Durante el reinado de Amosis, los etíopes invadieron Egipto y sometieron al país durante 50 años. Las construcciones egipcias son superiores a las griegas.
Los persas conquistan Egipto
El rey persa Cambises quería conquistar Egipto. Para poder invadir Egipto por el camino del desierto, Cambises se alió con el rey árabe de Siria. Los árabes se hicieron cargo del suministro de agua de los persas. En la desembocadura del Nilo, hubo una batalla y los egipcios huyeron a la ciudad de Memphis. Después de 10 días, la ciudad fue tomada por los persas. Cambises fue extremadamente cruel porque se volvió megalómano y no dejaba que nadie dijera nada. Abrió cámaras funerarias y mandó quemar imágenes divinas. Mandó asesinar a su propio hermano y a su hermana, a la que había tomado como esposa. Pasó por alto las advertencias de Creso, el rey lidio, acerca de que su propio pueblo podría rebelarse contra él.
Campaña contra los escitas
Después de la muerte de Cambises, Darío se convirtió en rey de los persas. Reformó la administración, dividió el imperio persa en 20 provincias e introdujo un tributo. Además, Darío llevó a cabo el primer intento de explorar la costa griega. A petición de su esposa, parte de su gente conquistó la isla de Samos. Al mismo tiempo, los babilonios intentaron articular un levantamiento, el cual fue aplastado. Darío arrasó las murallas de la ciudad de Babilonia. Después inició una campaña contra sus archienemigos, los escitas, un pueblo nómada asiático cuya tierra se extendía a lo largo de la costa del mar Negro. Los escitas detestaban las costumbres de otros pueblos, sobre todo las de los griegos, con los que, sin embargo, tenían relaciones comerciales. Darío marchó con 700.000 hombres hacia Escitia, mandó construir un puente sobre el Bósforo y conquistó, de paso, la poderosa Tracia (península balcánica, hoy Bulgaria, Grecia y Turquía). Sin embargo, los persas no pudieron vencer a los escitas que se escaparon, dividieron su ejército y atacaron a los persas por un lado y por el otro. Finalmente, Darío tuvo que retirarse, pero dejó en Tracia a un general con 800.000 hombres. Al mismo tiempo, los persas también marcharon contra Libia.
La rebelión de los jonios
Darío regresó a su capital, Susa, a tres meses de viaje de la costa de Asia Menor. Mantuvo una corte, y también tenía sus casas del tesoro. Su medio hermano Artafernes permaneció como gobernador de Sardes, e intentó –sin éxito– conquistar Naxos y otras islas Cícladas. El tirano de Mileto, Aristágoras, antiguo aliado de Darío, decidió abandonar a los persas. Su intento de buscar aliados en Esparta fracasó, a pesar de que les había hecho muchas promesas a los espartanos y agravó la mala situación de los jonios. En Atenas tuvo más suerte. La ciudad se había liberado de sus tiranos con ayuda de Esparta y se había fortalecido. Atenas envió 20 barcos para ayudar a los jonios contra los persas. Aunque Sardes fue incendiada por los atenienses, la batalla contra los persas se perdió. Los habitantes de la ciudad de Mileto fueron asesinados o reubicados. Darío juró vengarse de los atenienses.
La batalla de Maratón
Los jonios intentaron nuevamente liberarse de Persia, pero fracasaron en una batalla naval en la que los persas recibieron el apoyo de todos sus aliados, incluidos los fenicios y los egipcios. Los persas conquistaron entonces varias ciudades griegas al occidente del Helesponto (hoy, el estrecho de Dardanelos, entre la Turquía europea y la asiática), así como algunas islas frente a la costa de Asia Menor, como Quíos y Lesbos. Más tarde, Mardonio, el yerno de Darío, se preparaba para la guerra contra Atenas, pero tuvo que retirarse hacia Asia, porque su flota sufrió grandes pérdidas debido a una tormenta. La ira de Darío contra los griegos aumentó y emprendió una nueva campaña contra Atenas. En un ataque, los persas lograron someter a la ciudad de Eretria y estaban convencidos que sería igual de fácil con Atenas. La batalla decisiva tuvo lugar en Maratón. Aunque los atenienses estaban en inferioridad numérica respecto a los persas y sus aliados, ganaron, ya que, como primer adversario, atacaron al ejército de los bárbaros, un golpe sorpresivo que salió bien. Murieron 6.400 persas y 192 atenienses. Los persas se retiraron a Asia.
Nuevo intento bajo Jerjes
Darío decidió vengarse productivamente. Puesto que ahora él mismo quería participar en la guerra contra Grecia, nombró a su hijo Jerjes como su representante y sucesor. Pero Darío murió en el 36° año de su mandato, en medio de los preparativos para la campaña contra Grecia y el rebelde Egipto. Jerjes quería, en realidad, solo marchar contra Egipto y no contra Grecia, pero se dejó persuadir por los malos presentimientos de su primo Mardonio. Primero los egipcios fueron sometidos nuevamente al yugo persa. Les tomó cuatro años rearmarse contra los griegos. Todos los pueblos de Asia tuvieron que apoyar a Jerjes con barcos, caballos o alimentos. Incluso se construyó un canal en el Monte Athos, donde antiguamente la flota persa había encallado. El poderoso ejército se estableció en el camino y la vía marítima en Sardes, Asia Menor, y luego se trasladó al Helesponto, donde los persas cruzaron hacia Grecia en siete días y siete noches. El rey Jerjes estaba entre ellos. Una enorme flota acompañaba al ejército de tierra.
El desacuerdo de los griegos
Atenas y Esparta estaban sumamente preocupadas e intentaron conseguir aliados, pero muchas tribus y sus gobernantes prefirieron unirse a los persas que formar una alianza griega. Sin embargo, los atenienses lograron reunir un ejército terrestre y armar una flota. El ejército persa se acercaba inconteniblemente. Por todas partes, los persas tomaban ciudades y consumían grandes cantidades de agua y comida. Los habitantes de las costas y los campesinos tuvieron que unirse al avance persa. Aunque la campaña no se dirigió exclusivamente contra Atenas, sino contra toda Grecia, las tribus griegas no actuaron juntas; muchas incluso se unieron voluntariamente a los persas.
Pérdidas y victorias
En el desfiladero de las Termópilas en Tesalia (región de Grecia Central), el avance persa se detuvo por primera vez. El ejército de tierra griego, bajo el liderazgo de Leónidas, el rey de Esparta, mató a muchos guerreros persas, pero luego fue llevado a una emboscada y vencido, porque un griego les había revelado a los persas una vía de acceso por la que los persas podían eludir el desfiladero. Mientras en la batalla de Artemisio la flota griega lograba hundir barcos persas con grandes pérdidas, Jerjes avanzaba hacia Ática y tomaba Atenas. La zona del templo se incendió. Sin embargo, los atenienses habían llevado antes a sus familias al Peloponeso, la gran península del sur de Grecia. Entonces llegó la hora del gran Temístocles. El general ateniense convenció a los aliados de que no se retiraran con sus flotas, sino que lucharan contra los persas en el estrecho de Salamina. Y como la gran flota de los persas quedó incapacitada para maniobrar y navegaban confusamente, los griegos lograron derrotarlos y obligarlos a emprender la huida. Jerjes estaba tan consternado por esto que se retiró con parte de su ejército a Asia Menor. Otra parte de su ejército de tierra pasó el invierno en Tesalia.
Atenas y Esparta vuelven a ganar
En primavera, Mardonio invadió otra vez Atenas y arrasó la ciudad por completo. Luego intentó contraponer a los dos principales aliados, Esparta y Atenas, y conseguir que se aliaran con Persia. Cuando no lo logró, se retiró a Tebas. Cerca de Platea se reunió con el ejército persa y, al principio, nuevamente ninguno de los aliados griegos quería atacar. Parte del ejército griego se marchó y los persas se precipitaron tras ellos. En consecuencia, los soldados se salieron del orden y fueron atacados por los griegos, vencidos y expulsados. El general persa Mardonio fue asesinado. Más tarde, la flota griega navegó hacia Asia Menor, donde derrotó a la parte restante de la flota persa en la batalla de Mícala. Además, después de un largo asedio, los griegos lograron conquistar Sesto en el Helesponto. Grecia finalmente había rechazado a los persas.
Acerca del texto
Estructura y estilo
Aunque él mismo era dorio, Heródoto escribió las Historias en prosa en dialecto jónico, una variante del griego, que luego se estableció como lenguaje escrito. Presentó su obra como narrador en primera persona. Es famoso su breve prefacio, el llamado Proemio, en el que anunciaba su intención de describir las gestas de los bárbaros y los griegos. El importante trabajo de las Historias está dividido en nueve libros, pero esta división no proviene del propio Heródoto, sino que fue hecha posteriormente por eruditos de Alejandría. El estilo de Heródoto es vivaz y sus descripciones están llenas de detalles desconocidos para los lectores actuales. Muchas de las historias y anécdotas hablan de las costumbres, pero también de las acciones sanguinarias de los pueblos antiguos que incluían el rapto de seres humanos y canibalismo, así como la pederastia y la opresión de las mujeres. Las Historias se describen como un libro popular por sus coloridos detalles y constituyen una lectura fascinante. Heródoto se muestra como un escéptico que también relativiza sus declaraciones. Asimismo, juega con formas literarias: diálogos, narraciones míticas, poemas, informes y descripciones de paisajes. Gran parte de la obra es entretenida, está escrita de manera brillante y, a veces, incluso está sazonada con una buena dosis de humor. Hoy día, el enfoque de historia oral de Heródoto es más actual que nunca.
Planteamientos de interpretación
- Las Historias de Heródoto es el primer gran trabajo histórico en forma narrativa. Por primera vez, se explican con detalle las causas de un conflicto militar. En el siglo XIX, el historiador Leopold Ranke describió a las Historias como “un libro básico del conocimiento histórico”. La obra contiene todas las categorías que conforman un trabajo histórico: la inclusión de espacio y tiempo y el intento de hacer visibles los contextos.
- Las Historias marcan la transición del mito al logos, es decir, las personas confían menos en la omnipotencia de los dioses que en su propio juicio. Sin embargo, Heródoto oculta sus propios juicios, a menudo en el habla directa de otras personas; por ejemplo, en la conversación entre el rey Jerjes y su tío, que trataba de disuadirlo de su campaña contra los griegos.
- Heródoto abrió a los griegos el mundo de los bárbaros (es decir, los que no eran griegos). Juzgó a estos pueblos extranjeros con imparcialidad y justicia, lo que le fue muy criticado por algunos críticos antiguos.
- Al finalizar la historia de la guerra entre griegos y persas con la victoria de los atenienses en la batalla de Mícala (479 a. de C.), subraya la posición destacada de Atenas y oculta conscientemente los desarrollos posteriores.
- Heródoto extrae enseñanzas morales del estudio de los grandes acontecimientos, para lo cual trabajó arduamente en la historiografía griega y romana posterior.
- Heródoto introdujo herramientas para historiadores que siguen siendo válidas hoy día, entre otras, la evaluación sistemática de fuentes escritas, relatos de testigos oculares y la investigación de inscripciones y objetos cotidianos.
- La vida cotidiana y familiar, el comercio, el culto a los muertos y a los dioses, así como el arte de la guerra de esos pueblos se pueden deducir del trabajo de Heródoto.
Antecedentes históricos
La supremacía de Atenas en Grecia
Las Historias de Heródoto terminan con la batalla naval de Mícala, pero la guerra entre griegos y persas no terminó con ella. En el año 478 a. de C., un año después de la batalla de Platea y la retirada de los persas, los griegos fundaron la liga marítima ática bajo la supremacía de Atenas. Los miembros de esta alianza fueron las ciudades-Estado griegas que querían seguir oponiéndose al imperio persa, al que todavía consideraban una amenaza. Apenas en el 449-448 a. de C., los griegos y los persas acuerdan definitivamente la paz, lo que Heródoto ya no cuenta en sus Historias. El gran rey persa renunció a las ciudades jónicas de la costa de Asia Menor. La victoria sobre los persas tuvo como consecuencia la supremacía de Atenas en Grecia. El propio Heródoto experimentó el apogeo de la ciudad. Ahí se había desarrollado una forma democrática de gobierno que, sin embargo, bajo el estadista Pericles adoptó un carácter monárquico. Ahí los filósofos y los científicos crearon un ambiente espiritual único. El momento en el que Atenas también se quiso convertir en la potencia terrestre líder de Grecia fue crítico. Esto agravó la rivalidad con Esparta y llevó a la guerra del Peloponeso (431-404 a. de C.). Esta guerra fue el tema de Tucídides, el famoso sucesor de Heródoto.
Origen
Es difícil de creer, pero Heródoto escribió su enorme obra de manra tardía y, además, la escribió completa, de una sola vez. Las Historias son la esencia de toda su vida de investigador. Escribió la obra, cuyo título también puede significar “exploraciones” o “investigaciones”, al final de su vida, cuando ya vivía en Turios, en el sur de Italia. Por eso, en algunas copias también aparece: “Esta es la historiografía de Heródoto de Turios”. Su objetivo era retener para la posteridad las causas del conflicto entre griegos y persas que se remontan a tiempos míticos. En esta obra gigantesca se han incluido los viajes de investigación de Heródoto y sus encuentros con personas, pero también su trabajo con fuentes escritas, como documentos persas en escritura cuneiforme o inscripciones en templos, palacios, y demás. También conocía bien las obras de historiadores, incluso anteriores a él, pero la “autopsia”, el ver uno mismo, fue su principal fuente. El autor griego siempre expuso oralmente sus conocimientos antes de la constitución de sus Historias. Su elocución era legendaria, en Atenas recibió alabanzas por ello. En el texto escrito de las Historias, la “narración de cuentos” también es un elemento importante; numerosas anécdotas interrumpen repetidamente el flujo del texto. Sin embargo, Heródoto también debió ser un oyente diligente que siempre dejaba que los viajeros le narraran sus impresiones y luego las indagaba críticamente.
Historia de la influencia de la obra
Las Historias de Heródoto siempre fueron consideradas de manera ambivalente. Uno de sus críticos más duros fue el griego Ctesias quien, alrededor del año 400 a. de C., lo llamó mentiroso y charlatán. En el siglo II d. de C., también el latín Geliu lo tachó de fabulista. En su obra Sobre la malevolencia de Heródoto, Plutarco criticó que el griego era demasiado receptivo frente a los bárbaros. Pero otros autores en la Antigüedad se inspiraron claramente en el estilo de Heródoto. En su obra Las leyes (52 a. de C), Cicerón estableció los fundamentos de la historiografía y llamó a Heródoto su padre. Tucídides, el segundo gran historiador de la antigua Grecia, se distanció de Heródoto y quiso proporcionar verdaderos relatos de los hechos sin mitos ni anécdotas ni descripciones etnográficas.
Desde el Renacimiento, la obra de Heródoto se ha reeditado y traducido con frecuencia. Sin embargo, no hay una influencia directa de Heródoto en la historiografía reciente, como exigía Leopold Ranke con el regreso a las fuentes. En el historicismo que surgió en el siglo XIX, Heródoto fue dejado a un lado por su supuesta falta de actitud crítica. Solo la filología oriental lo redescubrió a principios del siglo XX y confirmó en parte sus observaciones, digamos, sobre Egipto. En la literatura, sus temas y personajes han sido retomados en diversas ocasiones.
Durante siglos, la investigación parecía ocuparse únicamente de una pregunta: ¿Son ciertos o no los relatos de Heródoto? En todo caso, es indiscutible que la obra de Heródoto constituye una fuente inagotable para la investigación del mundo antiguo, ya que contiene todo el cosmos de conocimientos que, alrededor del año 450 a. de C., podía tener una persona educada. Y así, hoy día, no hay proyecto de investigación sobre los persas, egipcios o escitas que no considere las descripciones de Heródoto.
Sobre el autor
Se sabe muy poco sobre Heródoto. La mayor parte de la información sobre su vida proviene de fuentes griegas antiguas y, por consiguiente, son dudosas. Ni siquiera el año de su nacimiento se puede determinar con exactitud. Por lo menos su lugar de nacimiento es seguro, porque el propio Heródoto escribió que provenía de Halicarnaso, un lugar de la costa sudoccidental de Asia Menor que hoy se llama Bodrum y pertenece a Turquía. Probablemente nació alrededor del año 484 a. de C. Heródoto nació en una sociedad multicultural: de las tribus pregriegas de los aqueos, los dorios y los jonios. Es famoso su tío, el poeta Paniasis, que cantó las proezas de Heracles en su obra Heraclea y quien probablemente también influyó en su sobrino. A Heródoto se debe el conocimiento exacto de los videntes y oráculos. Uno de los modelos más importantes de Heródoto fue el poeta Homero, cuyo estilo debe haberlo impresionado mucho. Durante el conflicto en torno al derrocamiento del tirano Lígdamis de Halicarnaso, Heródoto se fue a Samos, pero regresó alrededor del año 450 a. de C., cuando el tirano fue expulsado definitivamente. En los años siguientes realizó sus numerosos viajes a Egipto, Fenicia, Mesopotamia y al país de los escitas en la costa del mar Negro, los cuales emprendió con fines de investigación. Alrededor del año 445 a. de C. llegó a Atenas, el centro cultural del mundo griego en aquel entonces. Ahí conoció al poeta Sófocles, de quien se hizo amigo. Heródoto también tuvo una estrecha relación con el estadista ateniense Pericles. Su estancia en Atenas y las discusiones que sostuvo allí sobre democracia, filosofía y poesía marcaron el carácter de sus opiniones ideológicas; por ejemplo, se pronunciaba claramente por la democracia como la mejor forma de Estado y celebraba el derrocamiento de los tiranos. Más tarde, emigró a Turios, una colonia griega en el sur de Italia, en cuya fundación incluso estuvo quizás involucrado. No se sabe cuánto tiempo permaneció allí. En Turios, escribió las famosas Historias. Heródoto murió alrededor del año 425 a. de C.
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