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La república

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La república

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12 ideas fundamentales
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¿De qué se trata?

El modelo platónico de un estado justo es una utopía política que ha ejercido una gran influencia en la historia de la filosofía de gobierno.


Clásico de la literatura

  • Filosofía
  • Antigua Grecia

De qué se trata

“El sincero es el tonto”, dice el famoso dicho. Pero esta idea debe haber existido al menos 350 años antes de Cristo, dado que constituye el punto de partida para una de las teorías políticas más influyentes de occidente: La república, de Platón. Con su técnica dialógica, el filósofo deja que su mentor, Sócrates, explique la esencia de la justicia y las características del gobernante y del Estado ideal. Mucho de lo expuesto debe haberle resultado revolucionario a los atenienses: la división del Estado en tres partes, la igualdad entre hombres y mujeres, la eliminación de la propiedad privada y hasta el gobierno de los filósofos. Sin embargo, quien compare las ideas de Platón con la evolución de la historia de la humanidad se estremecerá al leer con mayor detenimiento sus propuestas sobre la eutanasia, la selección de las razas y la razón de Estado. Es por ello que se recomienda mantener una cierta distancia durante la lectura. Más allá de esto, Platón brinda con su obra una mirada profunda en su teoría del conocimiento (entre otras cosas, por medio de su famosa alegoría de la caverna) y una importante utopía del Estado, en la que la justicia y la moral tienen un lugar estable y la política se lleva adelante en pos del pueblo y no para llenar los bolsillos de los políticos ni de los ricos. Algo que sigue siendo un tema, aún hoy, 2000 años después de Platón.

Ideas fundamentales

  • La república de Platón presenta el modelo de un estado ideal y es el texto de mayor influencia en la filosofía política de occidente.
  • Platón escribió este libro a modo de diálogo y expresa su propia opinión a través de su mentor, Sócrates.
  • La obra comienza con una explicación del concepto de justicia y la prueba de que una persona justa es más feliz que una injusta.
  • A partir de ello, Sócrates desarrolla la utopía de un estado ideal.
  • Este Estado se compone de tres grupos: los trabajadores/artesanos, los guardianes/auxiliares y los gobernantes.
  • Platón promueve la idea de un gobierno de reyes filósofos, puesto que solo un filósofo puede reconocer la verdad y gobernar con sabiduría y justicia.
  • La educación de un rey filósofo debe durar 50 años y abarcar todas las áreas del conocimiento que componen el canon educativo de la antigua Grecia.
  • Básicamente, todos los integrantes del pueblo tienen las mismas oportunidades educativas. A través de pruebas se separa el trigo de la paja, para clasificar a los ciudadanos según su casta.
  • La utopía del estado de Platón está estrechamente relacionada con la teoría del filósofo sobre el conocimiento.
  • Es posible que el caos político en la ciudad-estado de Atenas y la desconfianza de Platón frente a la política lo hayan impulsado a escribir su obra.
  • En muchos aspectos, el Estado de Platón es totalitario y antidemocrático.
  • Algunos críticos, como el filósofo Karl Popper, vieron en la teoría del estado de Platón un predecesor del fascismo.

Resumen

¿Qué es la justicia?

Al regresar de una festividad religiosa, Polemarco invita a Sócrates y a Glaucón, un hermano de Platón, a casa de su padre, Céfalo. Al pequeño y animado grupo se suman Adimanto, también hermano de Platón, y Nicerato, así como algunos otros ciudadanos. En casa de Céfalo, la conversación gira primero en torno al bienestar de Céfalo y la vida feliz que lleva a su avanzada edad. Céfalo afirma que esto se debe a que ha llevado una vida justa. Aquí interviene Sócrates: “La justicia, ¿qué es en realidad?”. “Vivir según la ley y ser sincero”, responde Céfalo. Y, en ese caso, ¿actuaríamos en forma justa si –tal como lo indica la ley– le devolviéramos un arma a quien nos la prestó, a pesar de que esté loco? ¿Y si con esa arma hiere o mata luego a otras personas? No, probablemente no actuaríamos en forma justa. Es decir, entonces, que la justicia es algo más que respetar las leyes.

“Pero en lo que atañe precisamente a este punto, el de la justicia, ¿cómo debemos actuar? ¿Debemos equipararla con la verdad y con la devolución de lo que se ha recibido de otro, o existe la posibilidad de ser a veces justos y a veces injustos?””.

Polemarco aporta entonces su definición de justicia: darle a cada persona lo que le corresponde, es decir, hacer el bien al amigo y el mal al enemigo. Sócrates tampoco está de acuerdo con esto: ¿Cómo podemos saber quién es nuestro amigo y quién es nuestro enemigo? ¿Acaso no podría suceder que, sin saberlo, ayudemos a una persona malvada y dañemos a un amigo?

¿El justo es el tonto?

Aquí es cuando, irritado, Trasímaco toma la palabra. Él opina que la justicia siempre la aprovecha el otro, nunca quien la ejerce y que tal vez sea por eso que la injusticia suele traer más beneficios. Así, la justicia es el privilegio del más fuerte. Como respuesta, Sócrates le hace notar a Trasímaco que con una explicación de este tipo convierte a la injusticia en una virtud. Y, ciertamente, no lo es. Según Sócrates, la justicia es deseable, hace bien, tiene un valor superior y una gran utilidad para el justo, porque es más feliz que el injusto. Glaucón opina que cometer una injusticia está bien, pero tolerarla está mal. Y, puesto que, por lo general, la pena pesa más, las personas se pusieron de acuerdo en no hacer una cosa ni la otra. Por ello crearon las leyes. Y, sin embargo, el injusto sigue teniendo una mejor vida que el justo. La injusticia es parte de la esencia del ser humano. El injusto puede adquirir poder y riqueza y luego ser bueno o malo, según lo que desee y le sea más provechoso.

Las tres clases de Estado

Adimanto, hermano de Glaucón, coincide: de la vida justa, el hombre no ama la justicia en sí misma sino la aparente santidad que obtiene frente a los ojos de los demás; pero la vida del virtuoso es difícil y requiere mucho esfuerzo. En todo caso, para el injusto todo es más sencillo. Ahora es el turno de Sócrates de describir su idea de justicia. Para ello, hace uso de un recurso discursivo: en primer lugar, analiza la justicia en un gran contexto – el Estado – para acercarse luego a los hombres en particular. Así, empieza formulando la pregunta: ¿cómo se origina un Estado? Es sencillo: por necesidad. La vida es más fácil cuando diferentes personas se unen y dividen las tareas en lugar de que cada individuo deba hacer todo solo. La especialización brinda un mayor bienestar, pero también implica que una sociedad conformada de esta manera debe vivir según una serie de reglas y leyes. En un Estado de este tipo surgen tres clases diferentes: los trabajadores/artesanos, los guardianes y los gobernantes.

Los guardianes y los gobernantes

En el fondo, no vale la pena detenerse en los trabajadores/artesanos, pues, simplemente, son la masa del pueblo. Los guardianes constituyen una élite de representantes del pueblo especialmente fuertes y valientes, que protegen al Estado de los peligros externos e intervienen a la hora de ampliar el territorio. Esta casta de guerreros debe prepararse para su trabajo desde la infancia. El entrenamiento físico y la educación con sensibilidad artística son esenciales. La valentía, la piedad y la nobleza son las virtudes que deben serles transmitidas a través de historias adecuadas, por ejemplo, de leyendas heroicas. La templanza y el ejercicio físico garantizan la fuerza y el buen ánimo. De entre esta casta de guardianes, en algún momento, se realiza una nueva selección: la élite de la élite, por así decirlo. Sus miembros crecerán para convertirse en gobernantes. Su educación adicional debe ser, sobre todo, filosófica. El mejor gobierno para el Estado es el de los reyes filósofos, porque están en condiciones de reconocer la verdad.

“En Heracles volvemos a encontrar la acostumbrada ironía de Sócrates. Yo lo sabía y les adelanté a los presentes que no te decidirías a responder, sino que volverías desempeñar el papel del ignorante y que harías cualquier cosa antes de contestar lo que te preguntan””.

Los gobernantes y los guardianes deben vivir sin bienes para no caer nunca en la sospecha de que actúan con otros objetivos. Solo los trabajadores pueden adquirir posesiones. La riqueza vuelve a los hombres holgazanes, la pobreza los vuelve insatisfechos. Solo la moderación y la armonía hacen que el Estado funcione: todas las partes del Estado deben tener lo que necesitan para vivir, pues solo así pueden ser felices. Ninguna de las dos castas superiores puede tener vínculos fijos. Básicamente, todos los ciudadanos deberían tener acceso a todas las casas, dependiendo de sus talentos y fortalezas. Las tres virtudes – sabiduría, valentía y sensatez – se encuentran tanto en el Estado como en el espíritu del hombre. El deseo es esa parte del espíritu que de tanto en tanto triunfa sobre la razón. Solo es posible combatir este mal por medio de la templanza. Es por ello que esta virtud es la que debería guiar todas las partes del Estado, desde el gobernante hasta el trabajador. Cuando el Estado como un todo es feliz, también lo es el individuo.

Mujeres y niños

La audiencia de Sócrates insiste en saber cuál es el lugar de la mujer en un Estado de este tipo. Al respecto, Sócrates responde que, excepto por la fuerza física, las mujeres son similares a los hombres, por lo que básicamente pueden integrar cualquiera de los grupos del mismo modo que los hombres. Esto incluye también a la casta de los guardianes. Por eso, es imprescindible que las mujeres reciban la misma educación que los hombres y que vivan en sociedad con ellos. En el caso de los niños, lo mejor es que sean concebidos por los más fuertes. Con este fin, el Estado acompañará los matrimonios escogidos con ceremonias. Las relaciones sexuales solo estarán permitidas durante estas ceremonias. Los guardianes especialmente fuertes deberían tener la posibilidad de concebir niños con mayor frecuencia. Los niños son criados luego por la sociedad o por nodrizas, en hogares especiales. Los niños débiles o malformados deben crecer en lugares aislados. Lo mejor sería que los niños ilegítimos no nacieran, pero, si sucede, debería negárseles el alimento. Todos los niños pertenecen a la sociedad. Lo “mío” y lo “tuyo” no debería existir, solo lo “nuestro”. El Estado es una gran familia.

La tarea del rey filósofo

¿Por qué los filósofos deberían ser los gobernantes? Porque pueden ver la verdad a través de la apariencia de las cosas. Los demás solo son curiosos que perciben los colores, los sonidos y las cosas bellas, pero jamás reconocen el origen de la belleza y, por lo tanto, tampoco el origen de la sabiduría. Eso solo pueden lograrlo los filósofos, es decir, aquellos que aman la sabiduría. Los filósofos tienen la tarea de buscar el bien en sí mismo. Deben conocer el mundo de las ideas –del que todas las cosas del mundo visible solo son pálidas reproducciones– para poder conocer también el verdadero ser. Sócrates explica las diferentes formas de conocimiento por medio de tres alegorías:

  1. La alegoría del sol: El origen de la luz en el mundo visible es el sol. Y algo similar sucede en el mundo de las ideas, de las formas originales, que se encuentran detrás de todo lo visible. El sol de este universo de las ideas es el bien. Quien no ve el bien y no lo comprende, tampoco puede comprender las ideas ni el ser.
  2. La alegoría de la línea: Hay que pensar en una línea vertical que tiene cuatro segmentos. Estos cuatro segmentos simbolizan los cuatro niveles del conocimiento. Los dos primeros abarcan lo sensible y los dos últimos, lo inteligible. En el nivel inferior se encuentra la conjetura, más arriba, la creencia, y luego viene la razón. El nivel más alto del conocimiento es la inteligencia. El nivel de la razón es el que alcanzan los científicos, el de la inteligencia está reservado a los filósofos.
  3. La alegoría de la caverna: Es una alegoría sobre la educación, la formación y el perfeccionamiento del hombre. Un grupo de personas está encadenado en una caverna. Sus cadenas no les permiten girar la cabeza, por eso están condenados a mirar una pared de la caverna. En la pared se dibujan sombras de personas y de objetos que pasan a espaldas de los encadenados frente a la entrada de la caverna. Los encadenados están obligados a creer que las sombras son la única realidad existente puesto que no pueden ver otra cosa. Finalmente, alguien logra liberarse, tropieza en la oscuridad, pero llega hasta la entrada de la caverna y ve el sol por primera vez en su vida. Al principio, el sol lo ciega y por eso cree que es un objeto artificial (puesto que solo conoce las sombras), hasta que comprende que ese es el verdadero mundo. Es como un filósofo que se ha liberado de las sombras del mundo visible y ha sido empujado hacia el sol del conocimiento, hacia el mundo de las ideas. Si regresa a la caverna intentará convencer a sus compañeros de encierro de que están siendo engañados por una ilusión. No puede excluirse la posibilidad de que por ello lo odiaran y que lo mataran, si pudieran hacer

El sistema educativo del Estado

¿Cómo hay que educar a los reyes filósofos? Es un proceso largo. Todos los niños de la comunidad tienen las mismas oportunidades. Su formación incluye educación física, música, matemáticas, geometría, astronomía, dialéctica y armonía acústica. Al cumplir 20 años, deben rendir su primer examen: los que fallen serán trabajadores; los otros, guardianes. Al cumplir 30 años, otro examen decidirá quiénes seguirán siendo guardianes y quiénes serán reyes filósofos. Estos últimos reciben una educación de cinco años y una práctica de 15 años en posiciones de liderazgo. Al cumplir 50 años, es posible determinar quiénes serán los futuros gobernantes por medio de un nuevo examen.

Las formas posibles del Estado

El Estado ideal es el gobierno de una aristocracia de filósofos. Si esta forma de gobierno se desmorona, se desarrollarán, en este orden, las siguientes formas de decadencia del Estado:

  • En la timocracia, gobierna el dinero. Los guardianes y los gobernantes, que vuelven a introducir la propiedad privada, se dividen entre sí toda la propiedad del pueblo.
  • Esta situación se agudiza en la oligarquía: aquí gobierna un pequeño grupo de terratenientes. La población se divide en ricos y pobres. La educación y el saber ya no tienen importancia, lo único que cuenta es la riqueza.
  • La democracia surge cuando los pobres se rebelan contra los ricos: los derrocan y reparten las funciones de gobierno entre ellos. De pronto, todos son iguales, rige la libertad, pero también el deseo del espíritu humano. La consecuencia son el caos y la anarquía.
  • En la tiranía aparece un hombre fuerte que acaba con el caos y que guía al pueblo según el principio del terrón de azúcar y el látigo. Pero este líder no conoce la sabiduría y tampoco le importa la filosofía. Necesariamente, se convertirá en criminal porque, como tirano, debe temer todo el tiempo por su vida.

Sobre la infelicidad de los injustos y la felicidad de los justos

El tirano es un hombre que cede ante sus pasiones: lo arrastran los vicios sexuales, lo crímenes y la ausencia de leyes. Por ello es la encarnación de lo injusto. Sócrates regresa a su pregunta inicial: ¿por qué es deseable ser justo? Por tres buenos motivos. Primero: el injusto vive con el temor constante de que sus malas acciones lo alcancen; por ejemplo, teme que sus súbditos lo asesinen. Segundo: el justo (y este no es otro que el filósofo) puede experimentar el placer del amor por la sabiduría. Solo este amor puede ser verdaderamente satisfactorio. Cualquier otra distracción solo es un alivio pasajero del dolor (por ejemplo, el dinero como alivio frente a la carencia). Tercero: el hombre justo vive en equilibrio interno consigo mismo. Cada espíritu está compuesto, en parte, por un león, un monstruo de muchas cabezas y un hombre. En el espíritu del injusto, el monstruo y el león son quienes están a cargo; en el espíritu del justo, por el contrario, son mansos como corderos y son los aliados de la parte humana. De esto se desprende que el justo es mucho más feliz que el injusto.

Acerca del texto

Estructura y estilo

La república de Platón se compone de un total de diez libros. El primero puede considerarse un prólogo, en tanto que el último hace las veces de epílogo. El resto se subdivide en tres partes: en primer lugar, se habla de la justicia en general y de un Estado bueno y justo (libros 2 a 4). Los libros 5-7 abordan los tres modelos de Estado y su composición. El octavo libro está dedicado en detalle a las formas decadentes del Estado, entre las que se encuentra la democracia. Platón utiliza un estilo literario especial: los libros están escritos a modo de diálogo, en donde su maestro, Sócrates, desempeña el papel de mentor y maestro que da clases frente a un grupo de ciudadanos atenienses. Hace esto de modo muy sutil, con la ayuda de preguntas socráticas, en las que se hace el tonto y apabulla a su interlocutor con constantes preguntas (por lo general, sugestivas), cuya respuesta casi obligatoria es una afirmación o una negación. Así circunscribe el problema y su solución (que naturalmente conoce con antelación), de modo que sus interlocutores tienen la impresión de haber llegado por sí mismos a este resultado. La forma dialógica hace que la lectura sea entretenida y sencilla, pero también infla el texto: muchas veces se llega a las cuestiones centrales a paso de caracol.

Enfoques interpretativos

  • Aunque Platón difunde su República como un Estado de derecho, tiene fuertes rasgos totalitarios. En definitiva, son los hombres moldeados a su semejanza (los filósofos), quienes deciden lo que es bueno o malo para el pueblo. Si bien es cierto que estos reyes filósofos no son entronizados sin más, sino que pasan por un largo proceso educativo, el proceso en sí puede considerarse una forma de adoctrinamiento.
  • La utopía del Estado de Platón tiene elementos que fueron adoptados por los sistemas políticos reales de la historia moderna: la estricta selección por la raza y la reglamentación de los matrimonios y de los nacimientos (eutanasia) recuerdan a las medidas adoptadas por los nacionalsocialistas; en tanto que la normativa de la ausencia de posesiones y la subordinación de las relaciones personales frente a la sociedad son características del comunismo.
  • Platón subestima el deseo del hombre por tener posesiones. Se le ha reprochado su candor porque creía que era posible separar el poder económico del poder político. La historia de la humanidad ha demostrado una y otra vez que el poder económico y el poder político están estrechamente relacionados.
  • Precisamente, su amor por la sabiduría y por la educación de los hombres hacen que Platón sea un defensor de la censura. Y si la poesía es permitida, entonces, según Platón, debe cumplir objetivos específicos, por ejemplo, inculcar nobleza y fortaleza.
  • Algunas de las conclusiones y pruebas que Platón presenta no resultan completamente plausibles para el lector moderno. Esto se debe a que Platón da por sentados conceptos fundamentales que eran reconocidos en su tiempo, pero que son casi imposibles de comprender en la actualidad. Así, por ejemplo, para él es normal que su Estado fomente la esclavitud, práctica que estaba generalizada entre los griegos. A veces introduce pseudoargumentos que declara como demostrados, aunque, en realidad, solo se trata de hipótesis.

Antecedentes históricos

La Grecia antigua

Platón es considerado uno de los más grandes filósofos de la antigüedad, acaso el más grande. Esta época se extiende desde el 1100 a.C. hasta el año 476 d.C., el año en que los germanos destronaron al último emperador romano. El llamado periodo clásico de la antigüedad transcurrió en Grecia entre los siglos V y IV a.C. Bajo Alejandro Magno, el predominio griego se extendió a toda la región del Mediterráneo y la cultura griega se fusionó con muchas otras culturas.

La posición de Grecia en el mar Mediterráneo era especialmente propicia para el comercio y la navegación. Los griegos evolucionaron hasta convertirse en una nación navegante que comerciaba con éxito con otros pueblos, incluido el comercio de esclavos. Las colonias griegas se expandieron por Italia, Sicilia, España y Francia, al igual que alrededor del mar Negro. Atenas que, junto con Esparta, su rival, constituía el centro de Grecia, estaba organizada en torno de la polis (ciudad-estado). Bajo la dirección de Pericles, Atenas alcanzó un lugar preponderante. Ya muchos años antes, en el 508 a.C., Clístenes había introducido la forma antigua de la democracia, tras derrocar a la última tiranía. La derrota en la guerra contra Esparta hizo que Atenas quedara bajo el gobierno oligárquico de los Treinta Tiranos. Platón analiza todas estas formas de Estado en La república.

Origen

No se conoce la historia exacta del origen de La república. Sin embargo, entre los filólogos reina el acuerdo de que el primer libro surgió antes que el resto de los escritos. Al tratar de investigar los motivos detrás de la utopía del Estado de Platón, dependemos exclusivamente de especulaciones. Se cree que la guerra del Peloponeso y la inestabilidad política que trajo consigo en Atenas motivaron a Platón a desarrollar su propia teoría de un Estado. Los espartanos vencedores, que privilegiaban a la oligarquía (el gobierno de unos pocos) y que por ser un pueblo guerrero poco podían hacer con las conquistas culturales de Atenas, impusieron también aquí un gobierno oligárquico. Pero no duró mucho: apenas ocho meses después, los atenienses echaron a los gobernantes. Muchos consideraban que el gobierno democrático radical que siguió no era mejor. Platón veía en él a una banda corrupta que había condenado a su maestro Sócrates a la muerte por motivos endebles. La república puede leerse como la respuesta de Platón a la política de su tiempo y como un modelo para un nuevo comienzo.

Influencia

La influencia de Platón en la historia de la filosofía y en la teoría del Estado es de crucial trascendencia. En el siglo III d.C., el filósofo Plotino retomó las ideas de Platón y dio lugar al neoplatonismo. El hecho de que aún hoy podamos leer las obras de Platón lo debemos a que también fue leído una y otra vez durante el medioevo cristiano. Importantes teólogos y padres de la iglesia, como San Agustín y Clemente de Alejandría, intentaron vincular la filosofía platónica con las ideas cristianas. En el siglo XV, durante el Renacimiento, se fundó una Academia Platónica en Florencia, conmemorando la que el emperador Justiniano I había cerrado en el año 529.

Muchos filósofos se sintieron estimulados por las ideas de Platón e influyeron en otros con sus argumentos. El filósofo francés Jean-Jacques Rousseau encontró en Platón una forma clásica de la pedagogía: “Para tener una idea de la educación pública es necesario leer La república de Platón. No es una obra política, como creen muchos que solo juzgan los libros por su título. Es el tratado de educación más hermoso que alguna vez se ha escrito.” Casi 100 años más tarde, en su Ocaso de los ídolos (1889), Friedrich Nietzsche no tuvo palabras positivas para el filósofo de la antigüedad al que consideraba moralista: “Lo encuentro tan alejado de todos los instintos fundamentales de los helenos, tan moralizado, tan cristiano anticipado —él eleva la idea de ‘bien’ a la categoría de idea suprema—, que para referirme al fenómeno total de Platón, más que ninguna otra, preferiría usar la dura expresión ‘farsa suprema’, o, si suena mejor, ‘idealismo’”. Debemos al filósofo Alfred N. Whitehead el comentario de que la historia de la filosofía no ha aportado más que “meras notas al pie de la obra de Platón”. El teórico inglés Sir Karl Popper despotricó contra la teoría del estado de Platón puesto que veía en ella la primera semilla del fascismo moderno. En su libro La Sociedad Abierta y sus Enemigos, publicado en 1954, Popper incluso llega a ver una relación directa entre los nazis y Platón: “Así es que me puse a buscar huellas en la historia. Desde Hitler hasta Platón, el primer gran ideólogo político que pensaba en clases y razas y que propuso campos de concentración”.

Sobre el autor

Platón es considerado uno de los mayores pensadores filosóficos de todos los tiempos. Junto con su maestro, Sócrates, y su discípulo, Aristóteles, conforma la trinidad que dio inicio a la filosofía de occidente. Platón nació en el año 427 a.C. en Atenas como hijo de Aristón, un sucesor de Codro, el último rey de Atenas. Surgido de este círculo aristocrático, la vida de Platón parece predestinada, pero rápidamente pierde interés por la política al ver que sus tíos, Cármides y Critias, gobernaron Atenas como dos de los 30 tiranos de Atenas. Esta oligarquía es impuesta a los atenienses en el año 404 a.C., tras el triunfo de los espartanos en la guerra del Peloponeso. Desde entonces, Platón observa la política con un cierto asco, pero no la abandona del todo. Se convierte en discípulo de Sócrates y condena con dureza su ejecución en el año 399 a.C. Desde entonces, elige a Sócrates como el representante principal de sus escritos filosóficos: 13 cartas y 41 diálogos filosóficos se han conservado hasta nuestros días. Luego de la condena de Sócrates, Platón huye y se refugia en casa de Euclides en Megara (a 30 kilómetros al oeste de Atenas). Continúa su viaje hacia las colonias griegas de Cirene (hoy Libia), Egipto e Italia. En el año 387 a.C. regresa a Atenas y funda una escuela: la Academia. Su plan de estudios incluye las áreas de astronomía, biología, matemáticas, teoría política y filosofía. Su discípulo más famoso fue Aristóteles. En el año 367 a.C., Platón tiene la oportunidad única de poner en práctica el ideal político descripto en su obra maestra, La república. Sigue la fama de Dion, el tirano de Siracusa, hasta Sicilia, para educarlo en el arte de gobernar. Sin embargo, este experimento falla por completo. Platón murió en Atenas, en el año 347 a.C.


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