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La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades

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La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades

15 mins. de lectura
10 ideas fundamentales
Texto disponible

¿De qué se trata?

El hambre, la hipocresía y la astucia campechana en la España del siglo XVI retratados en la primera novela picaresca en la historia de la literatura universal.


Clásico de la literatura

  • Literatura de tertulia
  • Siglo de Oro español

De qué se trata

La primera novela picaresca

Descrita como carente de respeto, amarga, desesperada, si bien también extraordinariamente cómica, la historia sobre la vida de Lazarillo supuso toda una novedad en su momento, pues la literatura española de mediados del siglo XVI se hallaba dominada por historias de héroes caballerescos o idilios. En cambio, en Lazarillo de Tormes, un joven hambriento y procedente de la clase baja se convierte en el eje central de la obra, en la que tanto las vivencias de las miserias del campo como las bajezas y la doble moral de los círculos más refinados quedan expuestas. Nobleza y clero aparecen representados como los parásitos de un pueblo que sufre hambre, dos clases sociales carentes de escrúpulos e improductivas, que, de hecho, fueron las principales culpables del retraso de España durante siglos. El personaje del lazarillo, un muchacho pícaro quien, a pesar de sonarle las tripas, consigue salir adelante en la vida y se presenta con total inocencia como espejo de la sociedad, se convirtió en un modelo a seguir para muchas de sus sucesoras literarias. Esta obra breve fue la que fundó el género de las novelas picarescas, el cual, hasta la fecha, sigue siendo reinterpretado. La Iglesia católica prohibió de inmediato el libro y se encargó de que durante bastante tiempo hubiese tan sólo en circulación una edición censurada del mismo. El autor de la obra probablemente hizo bien en permanecer en el anonimato. Hoy en día, en cambio, vuelve a ser posible disfrutar a fondo su gran talento.

Ideas fundamentales

  • Lazarillo de Tormes es la primera representante del género literario conocido como novela picaresca.
  • Contenido: Un lazarillo adolescente se halla al servicio de un mendigo ciego. Debido a que su amo le mata de hambre, el muchacho se las termina ingeniando para conseguir comida y bebida a sus espaldas, hasta el día en que casi se pelean a muerte. Con sus siguientes amos, Lazarillo tampoco tiene mejor suerte. Finalmente, Lazarillo logrará solucionar el problema del hambre mediante la astucia y la paciencia.
  • En su día, el autor de esta obra se mantuvo en el anonimato. Hasta el presente, su identidad es desconocida.
  • El Lazarillo muestra a la vez una imagen tanto despiadada como cómica de la miseria de la sociedad española del siglo XVI.
  • En concreto, el autor se ensaña con la Iglesia: todos los clérigos en su obra aparecen descritos como corruptos morales, gente sin corazón e impíos.
  • Por vez primera alguien de clase humilde se erige en el personaje central de una obra literaria crítica con la sociedad del momento.
  • En 1559, la Iglesia católica censuró la obra, habiendo tan solo en circulación, hasta entrado el siglo XVIII, una versión censurada de la misma.
  • Tanto por su retórica afilada como por la riqueza de los juegos de palabras empleados, la obra nos revela el elevado nivel educativo que poseía su autor.
  • Obras como El aventurero Simplicissimus de Grimmelshausen fueron influenciadas por el Lazarillo.
  • Cita: “Y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz el hambre, pues dicen que el ingenio con ello se aviva, y al contrario con la hartura, y así era por cierto en mí”.

Resumen

Una infancia mísera y pobre

A través de un breve prólogo, el narrador, Lázaro de Tormes, expresa su deseo de que la obra guste a muchos lectores y explica que, a la hora de elaborar el texto, lo hizo con las mejores intenciones, de ahí que en él incluya una serie de ideas susceptibles de ser tomadas en cuenta. Pero, sobre todo, el narrador espera complacer al principal destinatario de su escrito: un hombre de alto rango quien le encargó la producción del informe. Por ello, la obra no debe limitarse tan solo a contar la vida del narrador, sino que también ha de reflejar en qué medida existen personas en este mundo que han sido tocadas por la suerte, mientras que otras se ven obligadas a luchar en condiciones adversas para lograr una existencia llevadera.

“Necio, aprende, que el mozo de un ciego un punto ha de saber más que el diablo””. ( – El ciego a Lazarillo)

Lázaro, conocido como Lazarillo, provenía de una localidad cercana a Salamanca. Su padre se hallaba al cargo de un molino a orillas del río Tormes. Cuando Lazarillo tenía 8 años, a su padre le sorprendieron robando sacos de cereales. Acto seguido fue enviado al destierro, perdiendo la vida en una campaña militar contra los moros. Mientras tanto, la madre se muda con Lazarillo a Salamanca, donde logrará sobrevivir, si bien con el agua al cuello, como cocinera y lavandera. Zaide, un mozo de cuadra, se les junta, plan que, de entrada, a Lazarillo no le gustó. Sin embargo, reconocerá más tarde que, gracias a ese hombre, entrará más comida en el hogar.

“Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer’””.

La madre tendrá un segundo hijo con Zaide y para poder alimentar a su familia, este último se dedicará a vender con frecuencia objetos de la cuadra de su amo. Al ser descubiertos sus trapicheos, le azotan y a partir de ese momento le prohíben estar en contacto con su familia. La madre, acusada de cómplice, también perderá su trabajo y comenzará a servir en una posada con ayuda de Lazarillo.

Un ciego muestra a Lazarillo el camino, y a la inversa

En la posada habrá un ciego que se interesará por Lazarillo y por ello tratará de persuadir a la madre para que le confíe al hijo como guía. Le asegura que le tratará como a su propio hijo. Sin embargo y según van saliendo de la ciudad, el ciego comenzará a maltratar a Lazarillo. Primero le pone delante de la escultura de un animal que, supuestamente, debía de emitir un sonido, pero cuando Lazarillo se acerca para escucharlo el ciego le estampa la cabeza contra la piedra. Dicho golpe supondrá una dolorosa lección: el muchacho de un ciego no debe mostrarse tan crédulo, sino que ha de estar siempre ojo avizor. Es a partir de ese momento que Lazarillo pierde su inocencia infantil, prometiéndose a sí mismo prestar más atención a su entorno en el futuro para no perecer.

“Y fue ansí, que, después de Dios, éste me dio la vida, y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrera de vivir””. (Acerca del ciego)

Del ciego se sabe que consigue mendigar y estafar a la gente a base de poner caras de sufrimiento y emitir todo tipo de súplicas, profecías y charlatanerías. También es una persona sumamente tacaña, que comparte con Lazarillo las ganancias del día. Para no morir de hambre éste habrá de ingeniarse toda una serie de trucos. El ciego guarda toda su comida en una bolsa de lino que siempre lleva consigo y cierra bien. No obstante, Lazarillo conseguirá, a base de coser y descoser la bolsa, echar mano a la comida del anciano. A la hora de mendigar, el muchacho también consigue dividir de forma sistemática las ganancias guardándose para sí cada moneda valiosa que les dan de limosna y ofreciendo a su amo, a cambio, otra de menor valor.

“No digo más, sino que toda la laceria del mundo estaba encerrada en éste: no sé si de su cosecha era o lo había anejado con el hábito de clerecía””. (Sobre el monje)

También con el vino del ciego consigue tener buena suerte, primero, echándole mano directamente a la jarra y, finalmente, haciendo un agujero en el fondo de la jarra, que después volverá a tapar con cera, hasta el día en que el ciego, tras pillar al joven con las manos en la masa, le propina una buena paliza. Será entonces cuando Lazarillo se prometa a sí mismo dejar al ciego antes de que, en una nueva ocasión, éste último termine matándolo.

Brutal doble venganza

Una noche en que Lazarillo ha de asar una longaniza para su amo–de la cual, de nuevo, no se le permitirá probar bocado–, el joven decide cambiarla a escondidas por un nabo viejo y así comerse él mismo la longaniza en paz. Cuando el viejo se da cuenta de que lo que tiene entre los dientes no es una longaniza, sino un nabo, la toma con Lazarillo.

“Y porque dije de mortuorios, Dios me perdone, que jamás fui enemigo de la naturaleza humana sino entonces. Y esto era porque comíamos bien y me hartaban: deseaba y aún rogaba a Dios que cada día matase el suyo””.

A pesar de que éste último niega haber hecho el cambo, el ciego mete su nariz hasta el fondo de la boca de Lazarillo para olfatear el delatador aroma a carne. Acto seguido, el joven vomita la longaniza en la cara del ciego. Gracias a la gente, que rápidamente acude en su ayuda, consigue evitar una paliza mortal. Lazarillo se arrepiente entonces de no haber mordido la nariz de su amo.

“Yo he tenido dos amos: el primero traíame muerto de hambre, y, dejándole, topé con estotro, que me tiene ya con ella en la sepultura; pues si déste desisto y doy en otro más bajo, ¿qué será sino fenescer”?

Al día siguiente, un día de lluvia fuerte, el joven decide vengarse y explica al amo que han de cruzar de un salto un arroyo crecido para poder llegar a la posada. Lazarillo coloca al ciego delante de un pilar y le dice que salte a la señal por él indicada. Tras estamparse frontalmente contra la columna, el mendigo cae medio muerto al suelo con la cabeza aplastada. Mientras tanto, Lazarillo se largará por el camino maldiciéndolo. ¿Y si el ciego logró sobrevivir? Lazarillo no lo sabrá.

Para comer hasta hartarse se necesita un funeral

En una localidad llamada Maqueda el cura del lugar emplea a Lazarillo como monaguillo. Echando la mirada atrás y comparando la tacañería de su nuevo amo con la del anterior, al joven le parece que el ciego era incluso generoso. Narra Lazarillo que al cabo de tres semanas creyó morir de hambre pues, de la carne que el párroco se permitía, a su sirviente no le llegaban más que los huesos rebañados.  Sólo en los funerales Lazarillo consigue comer decentemente, de ahí que se alegre con cada defunción que tiene lugar en la comunidad. Él logra sobrevivir porque otros mueren, y de entre ésos, según cree, hay algunos enfermos a los que Dios llama de exprofeso con el fin de aprovisionarle a él con regularidad.

“Y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz la hambre, pues dicen que el ingenio con ello se aviva, y al contrario con la hartura, y así era por cierto en mí””.

Lazarillo consigue hacerse con una segunda llave del arca donde el cura guarda la ofrenda del pan. Con ella el joven irá haciéndose con importantes cantidades a pan a lo largo de los siguientes días. No obstante, al darse el cura cuenta de dicha desaparición, Lazarillo decide entonces mordisquear el pan, de forma que parezca que han sido los ratones los que han tenido acceso al arca. Por ello el párroco colocará una trampa para ratones dentro de ésta, pero al ver que la trampa permanece intacta comienza a pensar que es una serpiente la que le roba el pan. Cuando una noche a oscuras escucha un creciente silbido, el cura comenzará a dar palos, convencido de haber descubierto a la serpiente. Pero, en cambio, descubre a Lazarillo, quien, debido a que se había dormido con la llave del arca entre los dientes, era el que emitía el silbido. Completamente ensangrentado y sin sentido, el joven recibirá, además, una segunda paliza a cuenta del engaño de la llave. Cuando al cabo de dos semanas consigue ponerse en pie, el cura lo pone de patas en la calle y, una vez más, tendrá que buscarse Lazarillo nuevo amo.

El mozo debe alimentar a su amo

Mendigando, Lazarillo consigue llegar a Toledo. Allí le contrata de mozo un escudero, un caballero de la baja nobleza. Creyéndose que esta vez le ha tocado la suerte, comienza a delirar con tan sólo imaginarse la primera comida que le ofrezca su nuevo amo. Pero pronto se dará cuenta de que el escudero no le va a tratar mucho mejor que sus anteriores amos. Al parecer, el caballero no sólo apenas come, sino que, además, se servirá con ansiedad el último trozo de pan que a Lazarillo le queda de la limosna. Asimismo, describe la vivienda del caballero como extremadamente humilde y el catre, donde por las noches ha de dormir a los pies de su amo, como sumamente incómodo. Por eso, muerto de hambre y de sueño, el joven suplicará a Dios que le deje morir.

“Con todo eso, yo le satisfice de mi persona lo mejor que mentir supe, diciendo mis bienes y callando lo demás, porque me parecía no ser para en cámara””.

A pesar de ser tan pobre, al escudero le importan mucho las apariencias. Por ello va a misa todas las mañanas y después se dedica a flirtear con las mujeres. Puesto que a Lazarillo le sigue dejando muerto de hambre, éste decide a la mañana siguiente ausentarse de casa durante un par de horas para mendigar alimentos. El nuevo amo, que actúa como si acabara de almorzar, recuerda su sensación de hambre perpetua cada vez que ve a Lazarillo comer por lo que, finalmente, el sirviente acaba convidándole. Así transcurrirá semana y media: el caballero pavoneándose por toda la ciudad como un gran señor mientras que en casa se alimentará de lo que su mozo haya logrado mendigar ese día. De hecho, a Lazarillo le irá mucho peor con el escudero que con sus anteriores amos, sólo que por éste sentirá compasión, si bien también le enfurecerá su conducta altiva.

El hombre de honor se larga

Debido a una nueva ordenanza municipal, que obliga a todos los forasteros que no dispongan de medios económicos a abandonar Toledo, Lazarillo decide por prudencia dejar de mendigar, lo que empeora aún más la situación de abastecimiento en casa del caballero. El escudero ha de abandonar de inmediato la ciudad pues no le ha traído suerte alguna. No desea regresar a su tierra natal en Castilla la Vieja, ya que la abandonó después de que otro noble del lugar no le saludara como caballero de rango similar. El Escudero incluso renunció a sus posesiones en aquellas tierras con el fin de preservar su honor, hecho por el cual Lazarillo no dará crédito. 

“Así, como he contado, me dejó mi pobre tercer amo, do acabé de conocer mi ruin dicha, pues, señalándose todo lo que podría contra mí, hacía mis negocios tan al revés, que los amos, que suelen ser dejados de los mozos, en mí no fuése ansí, mas que mi amo me dejase y huyese de mí””.

Un día en que el propietario de la casa y la dueña del catre se presentan para reclamar cobros pendientes el caballero les dice que irá al mercado a cambiar una moneda de gran valor. Sin embargo, del mercado no regresará nunca más y los propietarios harán venir de inmediato a un alguacil para que embargue el resto de sus pertenencias. Al no encontrar nada, instan a Lazarillo a confesar dónde tiene escondido el caballero el resto de sus posesiones. Sólo cuando se comprueba que no hay nada más que encontrar, dejarán a Lazarillo marcharse.

El vendedor de bulas sin escrúpulos

El siguiente amo de Lazarillo será un fraile de la hermandad de la Merced, quien parece estar más interesado por los negocios mundanos que por la vida monacal. Puesto que el fraile es un hombre infatigable, Lazarillo decide abandonarle al cabo de la semana. Al menos le estará permitido llevarse un par de zapatos, los primeros de su vida, si bien tan sólo le durarán ocho días. Su siguiente amo resulta ser un vendedor de bulas papales, con las que los feligreses, supuestamente tras la muerte, esperan librarse del castigo correspondiente a según qué tipo de pecados fueran cometidos en vida. Lazarillo casi se estremecerá con las audaces artimañas e insinuaciones del comerciante, quien a base de repartir un par de alimentos aquí y allá, se ganará el favor de los locales y, sin escrúpulo alguno, conseguirá venderles sus certificados.

“En el quinto por mi ventura di, que fue un buldero, el más desenvuelto y desvergonzado y el mayor echador dellas que jamás yo vi ni ver espero””.

El vendedor de bulas trabajaba en asociación con un alguacil de justicia. Un día en el que las ventas fueron mal, ambos se enzarzan en una terrible pelea. Cuando a la mañana siguiente el comerciante se halla publicitando sus bulas en misa, el alguacil le acusará en alto de estafa. El comerciante, en cambio, le dejará hablar con tranquilidad mientras cae de rodillas al suelo rezando. Pide a Dios que obre un milagro sobre el aguacil enfadado para que a los feligreses no les quepa duda alguna del valor inestimable de sus bulas. De hecho y como si hubiese sido tocado por una mano encantada, el alguacil cae al suelo y empieza a retorcerse de dolor. Enseguida, el comerciante suplica a Dios que no le mate, sino que tan sólo le expulse del cuerpo el demonio de la mentira. Después de que, supuestamente, el otro sana y pide perdón al comerciante, se rompe el hielo y las ventas de bulas se disparan. Lazarillo, que también habrá creído a su amo, verá más tarde cómo éste y el alguacil bromean acerca del falso teatro. Lazarillo permanecerá fiel a este amo casi cuatro meses.

Feliz final con malas lenguas

Tras un paréntesis en el que trabaja como ayudante de un pintor de tambores, Lazarillo entra al servicio de un capellán. Éste le provee un asno y cuatro cántaros para que vaya por las calles de Toledo vendiendo agua, ocupación que Lazarillo desarrolla a lo largo de los siguientes cuatro años y que le supondrá el primer paso hacia una vida mejor. Con sus ahorros podrá incluso comprarse ropa de segunda mano y una espada. En su siguiente empleo como ayudante de policía es atracado una noche. A pesar de que logra huir, renuncia al trabajo. Finalmente, ejercerá como pregonero público en Toledo.

“Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué y sí qué sé de que ven a mi mujer irle a hacer la cama y guisalle de comer””. (Acerca del arcipreste)

Uno de los amos para el que pregona es el arcipreste de San Salvador, quien le aconsejará que se case con una sirvienta. Lazarillo acepta y desde entonces gozará de la confianza y generosidad del clérigo. Éste regala a la pareja trigo y carne, les concede una vivienda cercana a la parroquia y les convida los domingos al almuerzo. Sin embargo, dicha suerte se enturbiará por lo que cuentan las malas lenguas: que la mujer de Lazarillo es, en realidad, la amante secreta del prelado desde hace tiempo, que le cocina y prepara la cama por las noches. El clérigo aconseja entonces a Lazarillo no hacer caso de los rumores y que, en cambio, piense en las ventajas de las que, gracias a su generosidad, dispone. Y así sucede: Lazarillo hace caso omiso de las habladurías, afirmando ser un hombre feliz y acomodado.

Acerca del texto

Construcción y estilo

Lazarillo de Tormes es el prototipo de novela picaresca, un género, de hecho, del que sólo hasta mucho después de la publicación de esta obra se convertirá en modelo a seguir. En la novela picaresca el héroe, por lo general un personaje del pueblo común, presenta su propia vida como una sucesión de anécdotas. El pícaro acostumbra a ser una persona al margen de la sociedad y de la legalidad. El desarrollo de su carácter se oculta tras unos retratos coloridos y panorámicos, a menudo también satíricos, de la sociedad. Todos estos elementos ya se dan en Lazarillo. En siete capítulos de esta novela, Lazarillo hace un repaso cronológico de su vida. Dichos capítulos varían considerablemente en extensión y detalle unos de otros. Aunque el lenguaje empleado es fuerte, de ninguna manera es grosero. Ante la duda, el autor sabrá cómo reescribir de forma elegante una escena repulsiva. Pero por encima de todo, la riqueza retórica de la obra contribuye de forma significativa a su brillantez. Se podría decir que el autor emplea el virtuosismo lingüístico para compensar los desequilibrios estructurales de la obra. El uso con agudeza e ironía de juegos de palabras, citas bíblicas y dichos populares revela el elevado nivel intelectual de su autor.

Enfoques interpretativos

  • La obra presenta a una sociedad desgastada, cuya mayor miseria es el hambre. No sólo Lazarillo, sino también toda una serie de personajes de la obra apenas tendrá qué comer, algo que les permita llevar una vida digna. Las numerosas artimañas de Lazarillo le servirán en primer lugar sólo para sobrevivir. La sociedad también está desgastada moralmente. La estafa, la hipocresía y la corrupción están a la orden del día. A menudo, Lazarillo intenta recuperar ciertos principios morales con el fin de reordenar una vivencia, si bien estos poco tendrán que ver con el curso de la vida real.
  • El autor se muestra especialmente duro en su juicio con los supuestos pilares de la sociedad: el clero y la nobleza. Al primero lo muestra como una casta de falsos santurrones sin corazón. Y a la nobleza tampoco la deja mejor parada; el tercer amo de Lazarillo, el caballero, es la caricatura de un estamento social, cuya idea del honor, exagerada de forma grotesca, conlleva rasgos autodestructivos y vanidosos.
  • Lazarillo vivirá un proceso de aprendizaje, si bien con escasos resultados, ya que no se convertirá en un personaje respetable, sino que, gracias a una notable sabiduría campechana, se dotará de las técnicas necesarias para sobrevivir. Al final de la obra se contenta con haber logrado destronar al hambre y defiende sus propios prejuicios. Por eso, y para no poner en peligro su comedida suerte, decide que no quiere saber nada de los rumores acerca del adulterio.
  • Con Lazarillo entra en escena un nuevo tipo de personaje principal. La obra supone un llamativo contrapunto al mundo literario que hasta entonces estaba dominado por las novelas pastoriles o de caballeros. De entrada, se erige a un héroe de clase baja en víctima de la sociedad, quien a la vez servirá como vehículo para criticarla.
  • En una España archicatólica, el Lazarillo desdibuja un mundo que parece dominado sólo por los caprichos de la suerte. De la justicia divina, no hay ni rastro. Resulta casi blasfemo el hecho de que Lazarillo tan solo perciba la mano de Dios actuar allí donde surgen funerales, de manera que pueda alimentarse en las comidas que se ofrecen después de cada celebración.

Antecedentes históricos

España bajo el reinado de Carlos I

En el año 1492 los llamados Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, finalizaron con éxito la Reconquista tras derrotar definitivamente a los musulmanes. A la muerte de Fernando en 1516, uno de sus nietos, con apenas 16 años, heredó el trono bajo el nombre de Carlos I de España. El nuevo rey, un Habsburgo venido de los Países Bajos, sería pocos años después coronado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, reinando sobre un vasto imperio, del que España entonces no era más que una de las múltiples piezas del juego. A eso habría que añadirle que Carlos I de España y V de Alemania no hablaba español y que, por eso, se rodeara de consejeros extranjeros, lo cual generó rápidamente la desconfianza de la sociedad española. En vez de ocuparse de las necesidades del país, pronto demostró, en cambio, querer dedicarse a asuntos lejanos. A pesar de que la península ibérica se encontraba debilitada por las malas cosechas, el emperador decidió subir los impuestos con los que poder financiar sus planes fuera del país.

De ahí que, en 1520, se iniciara en Toledo la revuelta de los Comuneros, a la que pronto se le sumaron numerosas ciudades nobles. Sin embargo, al ver que la rebelión encontraba cada vez más apoyos entre el pueblo llano y la situación amenazaba con radicalizarse, varios de sus primeros adeptos decidieron volver al lado del rey.

En 1522, el emperador salía victorioso de la confrontación y su poder se había reforzado. A las regiones sublevadas se les aplicó un impuesto especial, con el que durante los siguientes 20 años se las mantuvo oprimidas económicamente. Y así perdió España la oportunidad de unirse al desarrollo económico del norte de Europa. A todo ello se le sumó la llegada de metales preciosos procedentes de las tierras conquistadas en América. Semejante botín de ultramar sirvió para apoyar la pasividad elitista de las clases altas españolas, mientras que el pueblo, azotado por la fuerte inflación, veía cómo se hundía cada vez más en la miseria. En un aspecto sí que estaban el monarca y su élite ibérica de acuerdo: en su firme apoyo a la fe católica, y si fuera necesario, con ayuda de la Inquisición.

El origen

Puesto que hasta hoy en día la autoría del Lazarillo sigue siendo desconocida, tampoco se sabe con exactitud cuáles fueron las condiciones que llevaron al origen de la obra. En cualquier caso, el texto de la misma permite suponer que su creador fue una persona de gran bagaje cultural e influencias literarias. Dichas suposiciones no sólo se basan en la pulcritud o el dominio de la lengua española. También el empleo de numerosas citas del latín permite indicar a posibles estudios en el campo de las Humanidades. Es posible que el autor proviniera de una familia noble. No obstante, habría que añadir que, debido al detalle con que se describe la hambruna, el autor probablemente haya sufrido en sus propias carnes situaciones de extrema pobreza.

Asimismo, parece que la literatura también le sirviera de inspiración. De ahí que, por ejemplo, el autor eche mano del sainete medieval, de motivos de la Antigüedad clásica, de la literatura árabe o bien de otras obras españolas más recientes. Las alusiones en determinados capítulos a textos anteriores tampoco convierten al autor en un copista alevoso pues, en aquella época, la adaptación de episodios típicos era común. En cualquier caso, el lenguaje afilado del Lazarillo seguirá siendo de su propia creación.

Además de la autoría de la obra, la fecha de su publicación también sigue siendo un enigma. Existen tres ediciones distintas que datan de 1554, impresas en cuatro ciudades diferentes. Es de suponer que ya un año antes saliera a la luz una primera edición, si bien no existe prueba alguna que lo corrobore.

Resonancia histórica

Probablemente la obra tuviera gran éxito, de ahí la existencia de cuatro ediciones distintas poco tiempo después de su primera publicación. En 1559 la Inquisición añadió al Lazarillo a su lista de obras prohibidas, motivo por el cual durante un tiempo circulara el texto en secreto. En 1573 salió a la luz una edición censurada donde faltan los capítulos cuarto y quinto, dedicados al monje mundano y al comerciante de bulas, así como a algunos pasajes supuestamente blasfemos. Sólo en el siglo XVIII se pudo publicar de nuevo una versión íntegra del texto. En cualquier caso, la obra original había sido traducida al francés, inglés y flamenco poco después de su publicación. Más tarde, en el siglo XVII, les siguieron las traducciones al alemán y al italiano. Debido a que gozó de una gran aceptación, el libro tuvo numerosos añadidos por parte de otros autores. En 1555 se publicó una segunda parte, en la que Lazarillo termina en el reino de los mares y se convierte en un atún.

Lazarillo de Tormes está considerado como el primer ejemplo de novela picaresca, fundador de un estilo propio que, partiendo de España, llegó a internacionalizarse. De esta manera, obras como El aventurero Simplicissimus, de Hans Jackob Christoffel von Grimmelshausen, estuvieron influidas por Lazarillo. Hasta la fecha, la identidad del autor continúa siendo objeto de investigación y de apasionados debates.

Sobre el autor

Aún hoy en día no se sabe quién escribió Lazarillo de Tormes. Y es muy posible que la cuestión nunca logre ser resuelta. No obstante, a lo largo del tiempo ha habido una docena de atribuciones distintas. La primera de ellas, que data de principios del siglo XVII, atribuye la autoría a un monje de alto rango perteneciente a la Orden de los Jerónimos, en cuya celda, al parecer, fue hallado un borrador del texto. Sucesivos candidatos fueron Alfonso de Valdés, secretario de Carlos V y seguidor de las tesis humanísticas de Erasmo de Rotterdam, así como el conocido escritor Sebastián de Horozco. Éste último fue jurista en Toledo, autor de obras históricas y de toda una serie de relatos. También se habló de Fernando de Rojas, autor de La Celestina (1499), como posible autor también del Lazarillo. Recientemente se ha considerado de nuevo una atribución, que ya había sido recogida en una enciclopedia de la literatura española de 1607, según la cual la autoría del Lazarillo vendría de la mano del poeta y diplomático Diego Hurtado de Mendoza. Éste, además del latín y griego, dominaba el árabe y el hebreo, y ejerció como embajador de España, entre otros lugares, en Inglaterra, Roma y Venecia. Gozó de una completa educación y se le consideraba todo un referente de su época. Hurtado de Mendoza llevó a cabo misiones diplomáticas por encargo de Carlos V, cultivando, además, una amistad con la famosa Santa Teresa de Ávila. Su hermana mayor, María Pacheco, fue la esposa del revolucionario Juan de Padilla, uno de los nobles que lideraron la revuelta de los comuneros contra Carlos V en 1520.


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