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Manifiesto comunista

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Manifiesto comunista

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10 ideas fundamentales
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¿De qué se trata?

Un fantasma recorre Europa…


Clásico de la literatura

  • Política
  • Modernismo

De qué se trata

En 1848, Marx y Engels dieron a conocer el Manifiesto comunista. ¿Todavía tiene este manifiesto algo que decirnos hoy? Si leemos la introducción del historiador Eric Hobsbawm a esta nueva edición, nos queda claro rápidamente que este escrito de lucha de ninguna manera resulta anticuado incluso en la era del capitalismo globalizado. Sobre todo, porque el propio manifiesto señala que el capitalismo burgués, tal como lo concibieron los autores en sus primeras etapas, finalmente está orientado al mercado mundial. Y en lo que se refiere al lenguaje, sin duda los términos “burgués” y “proletario” suenan anticuados y románticamente revolucionarios en los oídos de hoy, pero el lenguaje casi bíblico de muchos pasajes del manifiesto sigue cautivando a los lectores. El comunismo real existente –que fue una caricatura grotesca del ideal descrito por Marx y Engels– fracasó. Por otro lado, la era del capitalismo todavía está vigente. Uno de sus análisis más perspicaz fue y sigue siendo el Manifiesto comunista. getAbstract.com recomienda este clásico de la literatura mundial a cualquier persona interesada en la historia, la economía y la política.

Ideas fundamentales

  • El Manifiesto comunista está destinado a revelar a las personas las verdaderas intenciones de los comunistas y socavar la difamación de sus opositores.
  • Toda la historia humana es una historia de lucha de clases.
  • En la época moderna, los capitalistas burgueses y los trabajadores se contraponen como opresores y oprimidos.
  • La propia burguesía surgió victoriosa de la lucha de clases contra el régimen feudal.
  • Las condiciones desiguales de propiedad y producción en la sociedad burguesa crean una tensión tremenda que se descarga en una revolución.
  • Si se elimina la propiedad privada, las contradicciones de clases desaparecen.
  • La transformación de la propiedad también cambiará la conciencia de las personas.
  • Los comunistas son los defensores consecuentes de los intereses de los trabajadores.
  • Otros objetivos de los comunistas son: la abolición del trabajo infantil, la emancipación de las mujeres y la prevención del conflicto bélico entre las naciones.
  • Los trabajadores se convierten en la clase dominante, pero solo temporalmente: al final, la sociedad sin clases no tiene esclavitud, explotación ni opresión.

Resumen

Un fantasma recorre Europa

En 1848 en Europa, todos los poderosos –el papa en Roma, el zar de Rusia y los diversos gobernantes de Europa Central– temen un nuevo movimiento: el comunismo. Aunque hasta el momento no se ha consolidado oficialmente, este nuevo movimiento es reconocido por todos ellos como un nuevo poder y un peligro. Es, por tanto, el momento de presentarle al mundo un manifiesto comunista para ponerle fin a los cuentos difundidos de fantasmas y mentiras y hacer públicas las verdaderas intenciones de los comunistas.

La historia de la lucha de clases

La historia de la humanidad es, esencialmente, la historia de una lucha de clases. Siempre hubo confrontación entre opresores y oprimidos, y su conflicto terminó, o bien en una revolución y con ella la creación de una nueva sociedad y nuevas clases, o bien en la desaparición conjunta de los opositores. En la antigua Roma había patricios, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, gremios y siervos. También en la sociedad burguesa moderna persisten los antagonismos de clase, pero solo hay dos bandos enfrentados: la burguesía y el proletariado, la burguesía y la clase trabajadora. La sociedad burguesa, que ha reemplazado a la sociedad feudal, se basa, sobre todo, en el progreso económico: el descubrimiento de nuevos países y mercados, la expansión del comercio mundial y la producción industrial en vez de la manufactura.

“Un fantasma recorre Europa (…) el fantasma del comunismo””.

La propia burguesía desempeñó alguna vez un papel revolucionario. Paralelamente a la industrialización y la creación de un mercado mundial, también asumió el poder político y abolió la sociedad feudal. En la sociedad burguesa ahora cuentan estos principios: el egoísmo, el libre comercio, el valor de cambio y el pago en efectivo. Todas las personas en todas las ocupaciones se convierten en trabajadores asalariados, incluso en las familias imperan las relaciones monetarias netas. La revolución social de la burguesía se puede comparar con hazañas históricas, como la construcción de las pirámides y las catedrales, la migración de los pueblos y las cruzadas. Y la revolución continúa. La burguesía capitalista depende de seguir desarrollando sin cesar los instrumentos de producción y las relaciones en los que se basa su dominio: ¡no hay interrupción en la era de la máquina de vapor y el ferrocarril!

“La historia de toda sociedad hasta ahora no es sino la historia de la lucha de clases””.

El capitalismo extiende su dominio al mundo entero porque necesita cada vez más ventas de sus productos obtenidos con métodos de producción que mejoran continuamente. El capitalismo es verdaderamente cosmopolita y no tiene nada que ver con las restricciones nacionales. Lleva su civilización a todas partes, incluso a los países en vías de desarrollo, y los obliga a convertirse en capitalistas: la burguesía capitalista crea un mundo a su propia imagen. Surgen ciudades y aglomeraciones gigantescas, los medios de producción están centralizados y la propiedad se concentra en manos de unos pocos.

“En sus apenas cien años de soberanía de clase, la burguesía ha creado fuerzas productivas más masivas y colosales que todas las generaciones anteriores juntas. Ha reemplazado la explotación abierta, desvergonzada, directa y árida con la explotación de ilusiones religiosas y políticas””.

Pero el peligro se avecina. Así como la burguesía disolvió la sociedad feudal porque en ella las relaciones de propiedad ya no correspondían a las fuerzas productivas, también a la sociedad burguesa le espera la disolución. Mientras tanto, las fuerzas productivas se han vuelto tan enormes que las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para captar esa riqueza. Las crisis económicas regulares lo atestiguan y la clase que llevará a cabo esta disolución es la clase trabajadora, el proletariado.

“¡Que las clases dominantes tiemblen ante una revolución comunista! Los proletarios no tienen nada que perder sino sus cadenas. Tienen un mundo por ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos”!

Con su fuerza de trabajo, el proletariado es el polo opuesto de la burguesía con su capacidad financiera. Pero como consecuencia de la industrialización y el florecimiento del capitalismo, el trabajador se devalúa a un mero factor de producción, a una mercancía. Aunque, en general, la cantidad de trabajo está aumentando, cada vez más son máquinas las que lo hacen. El trabajador se queda siempre con trabajos más sencillos y primitivos por los que se paga cada vez menos.

“La burguesía no solo ha forjado las armas que han de darle muerte; también engendró a los hombres que llevarán estas armas: los trabajadores modernos, los proletarios””.

Las masas de trabajadores son siervos de los capitalistas y son sistemáticamente explotadas. Los explotados están luchando ahora contra los opresores: al principio, solo esporádicamente, luego en agrupaciones y organizaciones cada vez mayores. De los conflictos individuales poco a poco surge una verdadera lucha de clases. El proletariado es el único opositor genuinamente revolucionario de la burguesía, en contraste con la clase media, los artesanos y los campesinos, que buscan preservar sus posesiones. No pasa lo mismo con los proletarios: no tienen que asegurar ningún derecho adquirido, sino destruir un orden social explotador que les niega cualquier tipo de derecho y que vive y prospera gracias a su falta de propiedad.

La revolución comunista

Los comunistas se distinguen de los demás partidos que pertenecen al movimiento de la clase trabajadora porque no están limitados por las fronteras nacionales, sino que se asumen a sí mismos como los representantes internacionales de los proletarios. Son, por así decirlo, la punta de lanza del movimiento obrero. Su objetivo: instruir a los trabajadores en una clase segura de sí misma, sacudirse el dominio de la burguesía y conquistar el poder político. No se ven como representantes de cualesquiera teorías, ideas y principios, sino como representantes de la real y existente lucha de clases, que siempre ha moldeado la historia. Los comunistas quieren abolir la propiedad privada, en particular, la propiedad privada burguesa, de la misma manera en que la burguesía alguna vez abolió la propiedad feudal. Por consiguiente, el comunismo sigue solo un camino histórico que, en su momento, también siguió la burguesía. Sin embargo, quiere seguir por este camino hasta el final, hasta la abolición absoluta de la propiedad privada.

“Las ideas dominantes de una época no han sido más que las ideas de la clase dominante””.

La propiedad es el punto clave en la lucha de clases: el trabajador no adquiere propiedades con su trabajo asalariado, sino que este apenas le alcanza para mantenerse con vida y seguir trabajando. El capitalista, por el contrario, tiene una propiedad: el capital. Pero, debido al trabajo del proletario, este es un bien común y, por tanto, debe convertirse en una propiedad conjunta. Por consiguiente, la abolición de la propiedad privada no afecta en absoluto a la mayor parte de la sociedad, ya que no tiene ninguna. Sin embargo, la propiedad de la pequeña clase gobernante, que se basa esencialmente en el trabajo y la falta de propiedades de todos los demás, debe ser, de hecho, abolida. La objeción de que, con la abolición de la propiedad, la gente ya no querría trabajar no es válida, porque incluso en la sociedad burguesa es cierto que algunos trabajan, pero no adquieren nada y otros adquieren, pero no trabajan. Por tanto, hace tiempo que no hay un incentivo para trabajar, pero no puede hablarse de pereza y apatía sociales.

“El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su lucha contra la burguesía comienza con su nacimiento””.

El ciudadano cree que, con la abolición de la propiedad, también se perderían la educación y todos los demás valores y que, instituciones venerables, como por ejemplo el matrimonio, se reducirían. Pero solo se abolirían valores e instituciones específicamente burguesas, al igual que en la Antigüedad y en la sociedad feudal solo se extinguieron los sistemas de valores reinantes. El nuevo orden social siempre trae nuevos valores e instituciones. Erróneamente, el ciudadano ve sus valores y leyes burguesas como leyes generales de la razón o la naturaleza y no distingue dentro de todas las clases sociales perdidas de la historia. Con el cambio radical de la propiedad y las condiciones de vida por parte de los trabajadores comunistas, la conciencia de la gente también cambiará. Porque en todo momento, la conciencia y la idea de las personas (superestructura) eran solo un reflejo de las condiciones materiales (subestructura).

“Toda lucha de clases es una lucha política””.

La toma del poder por los comunistas tendrá otras consecuencias de largo alcance. Se abolirá el trabajo infantil. Las mujeres se emanciparán y ya no tendrán que elegir entre dos destinos: máquina de dar a luz en la casa burguesa o prostitución forzada proletaria. Las fronteras y los contrastes de las naciones se reemplazan por la unión internacional de los trabajadores, un desarrollo al que, por cierto, los mismos burgueses han contribuido al promover el comercio y la industrialización a escala global. El fin de la explotación de los individuos y de la clase trabajadora también significa el fin de la explotación de ciertas naciones por otras naciones.

“El proletariado, el estrato más bajo de la sociedad actual, no puede sublevarse ni enderezarse sin hacer explotar toda la superestructura de las capas que componen la sociedad oficial””.

Una vez en el poder, los trabajadores comunistas nacionalizarán, centralizarán y utilizarán todo el capital y todos los medios de producción de los capitalistas en beneficio de la sociedad en su conjunto. En este caso, el uso de la fuerza será inevitable. Deberán implementarse las siguientes medidas:

  1. La expropiación de todos los inmuebles.
  2. La introducción de un fuerte impuesto progresivo.
  3. La abolición del derecho de sucesión.
  4. La confiscación de las propiedades de emigrantes y rebeldes.
  5. La centralización y la nacionalización del sistema fiscal.
  6. La centralización del servicio de transporte.
  7. La promoción de las fábricas nacionales.
  8. El trabajo obligatorio para todos y la creación de un ejército industrial.
  9. La armonización de la agricultura y la industria y la abolición de la diferencia entre ciudad y país.
  10. La abolición del trabajo infantil y la implementación de una educación infantil organizada y financiada por el Estado.
“La burguesía produce sus propios sepultureros. Su caída y la victoria del proletariado son igualmente inevitables””.

Si todas las diferencias y contrastes de clase desaparecen con el tiempo, el propio proletariado, como clase gobernante (temporalmente), se volverá superfluo y surgirá una sociedad sin clases en la que ya nadie oprimirá ni explotará a otro.

Socialistas contra comunistas

Dicho sea de paso, los comunistas no son los únicos que luchan contra la burguesía capitalista. Existen algunos otros movimientos antiburgueses, en principio, los diversos partidos socialistas. Pero, por lo general, son bastante moderados, no radicales ni luchadores de clases. Solo los comunistas representan consecuentemente los intereses de la clase trabajadora oprimida. En varios países establecen alianzas con los socialistas –o incluso con los burgueses– en caso de que busquen una revolución contra el gobierno feudal. Sin embargo, los comunistas siempre destacan el antagonismo entre la burguesía y la clase trabajadora. Consideran central la cuestión de la propiedad. Y se esfuerzan por conseguir un acuerdo internacional de todos los partidos democráticos revolucionarios.

Acerca del texto

Estructura y estilo

El Manifiesto Comunista es –como no podía ser de otra manera tratándose de un manifiesto– un texto breve: En la presente edición apenas comprende 50 páginas de libro. Pretende ser un llamamiento a la clase obrera internacional para una lucha común contra la explotación económica y el paternalismo político. El texto parece una minúscula nota a pie de página en comparación con la obra magna de mil páginas de Marx, Das Kapital. El Manifiesto consta de tres secciones, cada una de las cuales contrasta actores específicos de la lucha de clases: 1) burgueses y proletarios, 2) proletarios y comunistas, 3) socialistas y comunistas, así como un breve prólogo y un epílogo. La primera y la última frase del Manifiesto se han hecho igualmente famosas, pero incluso entre estos llamativos aforismos, “Un fantasma recorre Europa” y “¡Proletarios de todos los países, unase!”, hay muchas frases impresionantes que atestiguan la convicción apasionada, así como el poder lingüístico de los autores.

Enfoques interpretativos

  • El Manifiesto Comunista fue escrito en los primeros tiempos del capitalismo, pero ya era muy clarividente en cuanto a su tendencia a la globalización.
  • En el Manifiesto subyace la filosofía materialista de Marx y su concepción de la historia, que contrapone al idealismo imperante de Hegel: Mientras que para Hegel el mundo material en el que vivimos es el resultado de una gran idea, a saber, el espíritu del mundo, Marx, por el contrario, ve todas las ideas sólo como salidas de la vida material: El ser material determina la conciencia. Así, Marx pone la filosofía de Hegel, como él mismo dice, “de pies a cabeza”.
  • En el Manifiesto, Marx/Engels rinden homenaje no sólo al comunismo sino también al capitalismo como fuerza histórica revolucionaria.
  • La conclusión del Manifiesto de que el proletariado superará el capitalismo y hará posible el comunismo es una esperanza marxiana, pero no una consecuencia convincente de su análisis del capitalismo.
  • La posibilidad de que el comunismo fracase -debido, por ejemplo, a la naturaleza fundamentalmente egoísta del hombre, la fuerza motriz del capitalismo- se omite en gran medida en el texto.
  • Pero el hecho de que el capitalismo contenga contradicciones e injusticias que en última instancia pueden ser autodestructivas y conducir a un postcapitalismo de algún tipo sigue siendo una de las tesis plausibles del Manifiesto Comunista.

Antecedentes históricos

Período revolucionario en Europa

Europa estaba bajo el signo de la Restauración: tras la derrota de Napoleón, el Congreso de Viena se reunió en 1814/15 para rediseñar las fronteras nacionales. Las grandes potencias Rusia, Austria y Prusia forjaron la “Santa Alianza”. Europa iba a adquirir una nueva estabilidad, pero en su interior bullía en algunos lugares. Las ideas liberales y antifeudales se difunden. Las autoridades reaccionaron con una mayor censura y represalias contra el movimiento nacional y liberal. En 1848 la tensión estalló en una revolución que comenzó en Francia y se extendió a casi toda Europa; ese mismo año Marx y Engels publicaron El Manifiesto Comunista, un panfleto revolucionario de primer orden. Los antiguos gobernantes, por supuesto, nunca soñaron con abdicar voluntariamente: La guerra civil estalla entre los ejércitos revolucionarios y las tropas militarmente superiores de los monarcas. Tan rápido como la revolución se extendió por Europa, su derrota militar fue pronto completa.

Aunque los revolucionarios burgueses fracasaron, la burguesía se fortaleció a partir de entonces; el capitalismo y la industrialización despegaron en gran parte de Europa. Se produjeron enormes trastornos en la economía. Con la invención de la máquina de vapor, el modo de producción cambió fundamentalmente: la economía agraria y las manufacturas fueron sustituidas por empresas organizadas a gran escala. Muchos agricultores tuvieron que abandonar sus granjas y trasladarse a las ciudades, que experimentaron un enorme crecimiento. La población de Manchester, por ejemplo, pasó de 10.000 a un millón de personas en pocos años. Estas personas formaron una nueva clase, el proletariado industrial: dependiente del trabajo en las fábricas sin más alternativa que un salario de hambre, lo justo para sobrevivir y seguir trabajando. Además, el trabajo de las mujeres y los niños, las larguísimas jornadas laborales en condiciones miserables y la falta de derechos formaban parte de la vida cotidiana, en una palabra: la explotación. Mientras tanto, una pequeña casta de empresarios se hizo muy rica. A la luz de estas tragedias y de esta injusticia, es comprensible que a dos escritores alemanes se les ocurriera llamar a una revolución proletaria y exigir la abolición de la propiedad.

Emergencia

En 1847, Marx y Engels se unieron a la Liga de los Justos, una sociedad secreta revolucionaria que poco después cambió su nombre por el de Liga de los Comunistas. En su nombre, ambos escribieron El Manifiesto Comunista como programa político. Sin embargo, la sociedad secreta no se menciona en el propio manifiesto. Ambos autores aportaron sus experiencias e ideas, aunque solo Marx es considerado el autor de la versión final. El Manifiesto se publicó en Londres en febrero de 1848, apenas unas semanas antes del estallido de la revolución burguesa (¡no proletaria-comunista!) de 1848, que comenzó en París y pronto se extendió por toda Europa.

Historia del impacto

Aunque su alcance es abiertamente internacional, el Manifiesto Comunista solo tuvo cierta repercusión en Alemania. En pocos meses la primera edición se reimprimió tres veces, pero con el fracaso de la revolución de 1848 la distribución del escrito recibió un revés. No fue hasta 1871/72 que el texto volvió a la conciencia pública, cuando los prominentes socialdemócratas Karl Liebknecht y August Bebel fueron acusados en Alemania de supuesta traición y la fiscalía presentó el manifiesto como "prueba". Durante las cuatro décadas siguientes, el texto se hizo cada vez más popular, se reimprimió cientos de veces y se tradujo a unos 30 idiomas, coincidiendo con la creciente influencia política de los distintos partidos obreros socialistas.

La mayoría de las ediciones aparecieron en ruso -antes y aún más después de la Revolución de Octubre de 1917- y el Manifiesto fue designado por los funcionarios de los comunistas organizados internacionalmente como el texto básico, para ser conocido por el mayor número posible de miembros del movimiento obrero. Marx y Engels fueron elevados a la categoría de clásicos, y las cifras de difusión del Manifiesto siguieron aumentando. El texto también se fue tomando en serio en la política y en el mundo académico, ya que la Unión Soviética afirmó finalmente haber realizado las exigencias revolucionarias del escrito. Incorporado a los planes de estudio universitarios, el opus de Marx/Engels encontró lectores entusiastas entre los intelectuales y estudiantes occidentales, especialmente en la década de 1960.

Sobre los autores

Karl Marx y Friedrich Engels son los padres del comunismo moderno y el marxismo. Karl Marx nació en Tréveris el 5 de mayo de 1818. Trabajó como periodista para el Rheinische Zeitung antes de tener que emigrar a París, Bruselas y Londres. Su obra principal es El capital. Marx murió en Londres el 14 de marzo de 1883. Engels nació el 28 de septiembre de 1820 en Barmen, hoy un barrio de Wuppertal. Fue a Inglaterra como comerciante y ahí estudió la situación social del proletariado bajo las condiciones del capitalismo y la industrialización. Describió sus experiencias en su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra. Engels murió en Londres el 5 de agosto de 1895.


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